miércoles, 25 de marzo de 2020

Aquellos días soleados

Los días pasaban lentos porque todo resultaba nuevo. La segunda semana de Septiembre se centró en conocer al equipo de nuestro departamento y recibir diversas formaciones. Para llegar a la oficina tenía que coger el mismo autobús que hace dos veranos tomaba para ir a la escuela de inglés, con la diferencia de que ahora voy con Flavia y Ádám. Se va dibujando un panorama que resulta de lo más alentador.

Mientras, una de las dos habitaciones que quedaban vacías en nuestro piso tiene las horas contadas para recibir a su inquilina. Chaïda llega desde Mayotte, una isla francesa situada en el canal de Mozambique, sí, un viaje muy largo hasta Bournemouth. Tiene dieciocho años y una energía desbordante, la expresión de modernidad de su generación.

Imagen tomada por Lenka
Por recomendación de uno de los coordinadores de voluntarios y por propio interés, decidimos cocinar y cenar juntos los domingos. Un rato de charla y de juegos. Nos conformamos con muy poco.

El sol se resiste a abandonarnos y nosotros somos conscientes de lo que eso significa, así que en cuanto llega el fin de semana nos lanzamos al mar. Sí, literal, tres días de bañador y juegos en la playa. No es el paraíso, el agua está helada y las risas aseguradas; es nuestro álbum de memorias del voluntariado.

Las primeras luces de Navidad toman presencia en varios parques. Sí, Septiembre, Navidad... Nada más que añadir.

Otro de los puntos del voluntariado es el programa de mentores. A cada uno nos corresponde un mentor, una persona que no tiene por qué estar relacionada con la asociación y que permite un diálogo distendido sobre nuestra nueva vida. En mi caso se trata de Andreea, una chica rumana que hizo su voluntariado hace unos años con mi misma asociación y que sabe hacer las preguntas adecuadas. En nuestro primer encuentro me lleva a una cafetería en la que escribiré varios de los relatos que he publicado en estos meses.

En cuanto a nuestra ciudad, no tardamos mucho en adherirnos a las Bibliotecas Públicas y podemos acudir al gimnasio de la asociación. La cantidad de peluquerías y barberías en el centro no es normal. Las calles y los parques están llenas de cámaras de seguridad.

Descubrimos el entorno de Hengitsbury Head. Es una Reserva Natural en Christchurch, una de las ciudades de al lado. No me impresiona mucho pero desde luego que es un entorno placentero sobre todo con buen tiempo.

La vida de voluntario europeo mola.

PD: no es una escritura perfecta... es una escritura de recuerdos. A veces le permito a la perfección descansar un rato.

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