viernes, 13 de marzo de 2020

En los bolsillos de una chaqueta cualquiera

Había quedado abandonada en medio de la calle como si fuera una chaqueta más. Elisa se acercó cautelosa, observando a su alrededor por si se tratara de una broma con cámara oculta. Imaginaba a las viejecitas acechando tras las cortinas ante la expectación de que alguien por fin la recogiera. Llevaba más de un mes ahí tirada y su dueña parecía no haberse percatado de su ausencia o haber mostrado el mínimo interés por recuperarla.

Parecía ligera y debía ser preciosa recién comprada. Aquella lucía varios años de vida y roña, por no hablar de lo abultado de sus bolsillos. Elisa lo cogió con cuidado expectante ante la mínima pista sobre su propietaria.

Empezó a sacar elementos del bolsillo izquierdo: cuatro pañuelos usados, tres calcetines desparejados, varias flores aplastadas, el metal de una percha, dos piedras, cuatro listas de la compra y un trozo de tela. Curioso.

Turno del bolsillo derecho: monedas (de verdad y de mentira), tres cochecitos descoloridos, varios coleteros, tropecientos envoltorio de caramelos y demás, dos gominolas mordisqueadas y tres con un color sospechoso, un mechero y un cepillo de dientes. Un caso claro de la chaqueta de una madre.

Elisa devolvió todo a su sitio y recorrió el pueblo en busca de una mujer demasiado ocupada cuidando de sus polluelos.

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