miércoles, 4 de marzo de 2020

De por vida

Llevaba la mala suerte metida en la sangre. Era una persona organizada y atenta, pero todo lo que podía salir mal iba a ocurrirle. Había visitado a varios psiquiatras e incluso se había sometido a una sesión de exorcismo. La conclusión de todas las personas que la rodeaban era la misma: por mucho que se empeñara en evitarlo, tenía la capacidad innata de atraer al mal augurio.

En su búsqueda de una solución para su problemilla, encontró una una conferencia de base científica titulada "Los elementos del hogar que provocan una energía negativa en el alma". Así que recorrió cincuenta kilómetros en dos autobuses (porque el primero se estropeó pese a ser nuevo), pagó por una entrada al recinto cuando era gratis y se sentó en la cuarta fila de un auditorio en el que surgían las primeras goteras junto encima de ella.

Salió traumatizada. Mal, todo mal desde el inicio de su existencia. Su madre se lo había contado mil veces como si de un evento superdivertido se tratara, cuando lo cierto es que podía ser el origen de su desgracia. Aquel día llovía y su madre había empezado a sentir contracciones hacía horas, pero quería esperar a que llegara su padre del trabajo. Iban a salir hacia el hospital. Su madre abrió un paraguas en el recibidor. No llegaron a salir porque en ese momento llegaba ella al mundo, con su madre sosteniendo aquel paraguas en el interior de la casa y transmitiéndola de por vida la mala suerte.

Nota: la creencia de que abrir un paraguas en el interior del hogar trae mala suerte se remonta a la Inglaterra del siglo XVIII; resultaba tan difícil abrirlos que se convertía en un peligro para los que se encontraban alrededor.

1 comentario: