martes, 30 de junio de 2020

Un cuento de hados

Aquel tiempo en que creímos en las hadas era el producto de una tierna infancia y la confianza en el mundo. Todo eran cuentos, aventuras en las que pasaba de pirata a princesa con tan solo pestañear, aventuras en las que me dabas la mano y volábamos sin ir a ningún lado.

Al llegar a la adolescencia se acabó la confianza y maté personalmente cada hada que dejaste que poblara mis sueños de niñez. No podía haber magia si no había humanidad. Y te marchaste, elegiste vivir en las estrellas sin que te importara abandonarme.

Recuerdo aquellos años como un inmenso vacío aunque ni siquiera en mi habitación estaba sola. Pinté de negro cada esperanza que se posaba sobre mi hombro, llené de odio cada vaso medio lleno, cubrí mis dedos con la arena que debía cubrir nuestros veranos. Te maldije y quise olvidarte. Me maldije y quise olvidarme.

No sé en que momento trajiste de vuelta a aquellos seres mitológicos. Supongo que cuando me di cuenta de que nunca te habías ido, que seguías aquí vigilando cada uno de mis pasos y mimando cada uno de mis errores. Me devolviste a la vida y te traje de vuelta a los recuerdos. Mandaste desde el mundo de los etéreos un par de alas que se acoplaran solas a mi espalda. Me convertiste en una hada en el preciso momento en que dimitiste como ángel de la guarda.

jueves, 25 de junio de 2020

Los días de antes

Enero 2020. El mundo empieza ilusionado un año que va a cambiar el mundo tal y como lo conocemos. De momento es solo enero con noticias poco claras de lo que sucede en China.

Los voluntarios fuimos volviendo de las vacaciones en nuestros respectivos países y la caldera seguía sin arreglar desde que se nos rompiera el día de Navidad. La pieza estaba en nuestra casa pero tenían que ponerla. Yo había estado en España diez días y entrar en mi habitación era como meterse dentro un congelador pese a que le diera el sol casi todo el día. En la planta baja apenas se notaba porque subía el calor de abajo y estaba la cocina también, pero en las habitaciones de arriba era insufrible. Dormir se podía gracias al edredón, que parecía fino pero no lo era. Hacer vida era imposible. Tampoco teníamos agua caliente y, aunque hervíamos agua, la olla más grande (y la única) seguía siendo muy pequeña. Nos dejaron ir a las duchas de la asociación pero por unos días también estuvieron estropeadas.

En mi oficina teníamos cuatro radiadores portátiles que enseguida nos prestaron. Después de dieciséis días terminaron por arreglarnos la caldera aunque el agua caliente tardó aún varios días en funcionar y la calefacción siguió dando problemas.

Unos días después Sabine encontró un par de chinches en su cama (sí, chinches, leíste bien). Pero es que no era sólo ella, en por lo menos tres habitaciones más también había. El casero no quiso hacer nada pero nuestra organización preparó una fumigación para el lunes.

El sábado estuvimos Lenka, Sabine, Ádám y yo viendo Guardianes de la galaxia vol.1 (James Gunn, 2014) en el salón. Cuando acabó nos quedamos en el sitio, escuchando mil veces la canción de los créditos (Come and get your love de Redbone), no fue intencionado, simplemente enlazamos la conversación y los silencios. Hablamos de recuerdos de infancia (pese a que seguimos siendo muy jóvenes), de pesadillas, de leones y de las chinches amables de la habitación de Sabine porque, aunque luego descubriríamos que era la que más tenía, no la mordían. Pocas veces me he sentido tan cómoda como aquella noche. Era nuestra casa. Era nuestra pequeña familia. Fue muy bonito y sencillo. Pensarlo después de todo lo que ha pasado lo hace aún más especial. Puede que las películas de fin de semana todos juntos sea de lo que más he echado de menos.

Y aquí aún faltaban varias maletas.
Para el lunes por la mañana tuvimos que dejar las habitaciones completamente vacías. Fue muy triste porque aún nos quedaban más de siete meses de voluntariado. Ver las habitaciones tan huecas, tan sin vida pese a que todavía eran nuestra vida...

El salón desapareció bajo las pertenencias de siete voluntarios temerosos de qué pasaría si nos hicieran también vaciar el salón, dónde íbamos a meter todo aquello. El lunes fue la primera fumigación. El lunes fue el primer capítulo de un final.

domingo, 21 de junio de 2020

Nuestro mar

Las tardes que ahogamos en la playa siempre nos parecían pocas. Fue una de esas amistades que por perfectas terminan rotas. Nunca lo hablamos. Nunca lo lamentamos. ¿Recuerdas cómo empezó? Yo no, aunque debíamos tener la edad suficiente para conservar una imagen vaga por lo menos. ¿Recuerdas cómo acabó? Yo tampoco, aunque si de verdad nos importó a lo mejor deberíamos esforzarnos por entenderlo.

Hoy camino por la arena y te quiero ver aquí, junto a mí, pero tan solo veo el mar en calma en el horizonte. Y las olas vienen, rompen, se vuelven difusas junto a mis pies y ya no hay ola, y ya sé que no te puedo ver aunque pasees por la misma playa.

Nos recuerdo de pequeñas en el agua. No me puedo creer que sea el mismo mar. El frío me impide avanzar más allá de las rodillas. Y lo intento un día tras otro en primavera y en verano, incluso me compré un neopreno... pero este ya no es nuestro mar como aquellas ya no somos nosotras. Y ya da igual, y ya no es triste porque es vida, la de dos personas que se querían lo suficiente para dejarse marchar.

jueves, 18 de junio de 2020

Por encima

Se dicen palabras
que ya no pertenecen al diálogo.
Se llama mentira
cuando la verdad duele.

No callamos
por miedo a lo correcto.
El sentido contrario
en la dirección del sueño.

¿Guerra? ¿Posguerra?
No se ha vuelto loco el mundo,
lo hacen esos llamados humanos.
¿Humanos?

La protección al alcance
de quienes conocen lo prohibido.
Lo llaman justicia
y duermen arropados
por el señor de la daga.

No les des un nombre,
no lo merecen.
No les mires a los ojos,
no les escuches.

Parecen mascotas.
Son vampiros
esperando tu sangre.

sábado, 13 de junio de 2020

El regalo de Papá Noel

Diciembre trajo frío, por supuesto, pero más allá, el paraguas y las gafas de sol debían ir siempre contigo, tan pronto puede granizar como estar en medio de un huracán o disfrutar del solecito en la cara.

La particularidad de Bournemouth es que no se sabe muy bien en que punto acaba la ciudad y empieza la siguiente, por un lado Poole y por otro Christchurch. El viaje del mes es a esta segunda. No hay mucho que ver aunque impactan las ruinas de un castillo de arquitectura normanda, y una iglesia enorme a orillas del río en la que pudimos disfrutar de un ensayo del concierto de Navidad.

Recuerdo con especial cariño la fiesta con los compañeros del departamento y todos y cada uno de los juegos. Recuerdo las tres despedidas de Aalto, la estudiante de trabajo social en prácticas en nuestro proyecto, como si en realidad no debiéramos decirnos adiós. Recuerdo el ambiente festivo de la calle contra el que luché mis horas de insomnio.

Y hablemos de eso, de que no es solo que lleven horripilantes jerséis con adornos navideños, o que las postales ocupen largos pasillos en cualquier sitio en que puedas comprar algo, es también que el día 26, festivo nacional, no haya trenes porque Santa lo esté utilizando, o que en las máquinas de autopago la voz del repartidor de juguetes te pregunto por cómo vas a pasar las fiestas. Fue una experiencia cultural interesante.

El día 24 nos fuimos Ádám y yo a Salisbury. Es una ciudad por la que sentimos un gran interés y en la que había mercadillo navideño, no nos hacía falta nada más. Pero el río estaba medio desbordado y los puestos de venta más bien escasos y repetitivos, pero lo suficiente para que él se comprara un reloj con el que a partir de entonces pudiera cocinar, decía...

El día 25 amaneció soleado pero sin calefacción. Papá Noel nos podía haber traído carbón pero fue un poco más cruel incluso, pues en un piso con mal aislamiento y por el que con las ventanas cerradas entra el viento, que se rompa la caldera en un día festivo no es desde luego el regalo que esperábamos... Fuimos a comer a nuestra asociación, fue emotivo estar allí y que nos regalaran un gorro rojo. Por la tarde me di un paseo por la playa antes de regresar al congelador que tenía por habitación pese que aún conversaba cierto calor.

Regresé a España el día 26 tras una lluviosa mañana en Londres. Dejé a Ádám viviendo en la cocina para que por lo menos el horno le diera algo de calor. Aún quedaba lo peor.

lunes, 8 de junio de 2020

Limpieza

Sus duchas duraban una media de dos minutos en función de si se lavaba el pelo o no. La cuestión ecológica estaba presente en su vida pero no era solo eso. Odiaba cómo las películas se recreaban en ese instante de liberación emocional que se suponía sucedía con el agua resbalando por el cuerpo. El ahogo del agua en el agua. Aún le molestaba más lo superfluo de los literatos que adornaban aquel momento queriendo hacerlo sentimental cuando tan solo querían decir que el personaje estaba jodido. No le encontraba sentido a eso de la purificación del alma, la metáfora era eso, banal comparación que no iba a llevarse sus problemas.

No cronometraba la duración. Ni siquiera se había propuesto aquello como una rutina, pero según abría el grifo la velocidad de sus movimientos tomaba el control. Siempre acababa con los ojos rojos por culpa del jabón. Puede que fueran las prisas... Puede...

viernes, 5 de junio de 2020

Convivencia

Por el ruido de sus pisadas pareciera ser un monstruo de dimensiones indescriptibles. Su habitación temblaba como si la avisara del fin del mundo. A veces tenía la necesidad imperiosa de esconderse en el armario con los auriculares puestos y dejar que las horas pasaran. Pero aquello era absurdo, no había ningún gigante viviendo en su casa ni sabía lo que era una terremoto. Abría la puerta y le gritaba a su compañero de piso que no hacía falta que les avisara cada vez que salía de su cuarto, que no tenían intención de ir a robarle.