domingo, 28 de febrero de 2021

Ahí es

   A veces llueve
cuando solo quedan estrellas,
te emborrachas
con una sola copa de vino,
vuelas entre las nubes
que pintaste de pequeña.

A veces un mando a distancia
sin botones que apretar,
una canción lejana
que no quieres escuchar,
una mota de polvo
que destaca en el desván.

A veces un murmullo
es el viento del huracán,
la marea que te lleva
donde siempre quisiste estar.

A veces tan sutil
que marca la piel,
tan hipnótico
que se aparece en los sueños.

A veces solo hay que hablar.

A veces no hay palabras
que digan la verdad.

martes, 23 de febrero de 2021

En el día señalado

Con un sutil movimiento de muñeca se desabrochó el reloj e hizo que se deslizara por sus dedos. Metió la mano en el bolsillo de la chaqueta sin comprobar la hora. No lo soltó.

Arturo caminaba sobre las hojas caídas del otoño en una ciudad que parecía haber expulsado a todos los pájaros. Arrastraba los pies con la intención de llenar el silencio. Las arrugas marcadas de su frente enmarcaban una mirada dura y una sonrisa ajena.

Observó a lo lejos cómo un coche negro se acercaba lentamente a la entrada de la catedral. Se bajó una mujer con un largo vestido blanco. Arturo casi podía oler su feliz nerviosismo. Un hombre trajeado la tomó del brazo. Mientras el coche se alejaba, los dos cuerpos en los que Arturo concentraba su atención cruzaron el pórtico principal sin detenerse a contemplar la belleza del edificio.

Arturo abandonó su reloj en el fondo del bolsillo y agarró con fuerza su cartera.

domingo, 21 de febrero de 2021

Por y para mí

¿Sabes cuando los colores son tan intensos que hacen daño a la vista, y aún así sigues con los ojos muy abiertos? ¿Te suena ese momento en que la lluvia te está calando, eres consciente de que te vas a resfriar, y aún así saltas en los charcos como cuando ni siquiera hacías de pequeña? ¿Sabes cuando te estás pasando con el ejercicio pero continuas un ratito más con la seguridad de que no habrá quien te mueva del sofá en toda la tarde? ¿Sabes cuando estás solo tú y respiras profundamente, y sientes el aire llenarte por dentro, sonríes y puedes quedarte así durante horas?

Ojalá fuera solo una cuestión de intensidad. Ojalá no disfrutara tanto peleándome con las musas. Ojalá no tuviera la necesidad anual de escribir este mismo texto con otras metáforas. Ojalá que todo no fuera tan sencillo. Pero es lo que soy y lo que quiero seguir siendo, descubriendo y aprendiendo.

Está muy bien ser escuchado, pero a veces no hay mejor oído que el propio, y si llegan más, que lleguen, pero sigo conservando (y queriendo y cuidando) los míos.

viernes, 19 de febrero de 2021

El marinero

Su barco seguía amarrado en el puerto. Las luces estaban aún encendidas pese a que el sol brillaba en el cielo desde hacía varias horas. La cama estaba hecha y su ropa en el armario. Todo estaba en ordeno, incluso su diario reposaba en el escritorio junto a los cuadernos marítimos. No había ninguna página arrancada, no había ningún resquicio que apuntara a un problema de salud mental o con alguna persona. El dinero seguía guardado en la lata de las galletas junto a unos folios con anotaciones de su puño y letra que confirmaban el estado de sus cuentas y su evolución en los últimos cinco años. Había sido actualizada la tarde anterior. No había ningún gasto extraordinario y la cantidad era exacta.

Marian sería la persona encargada de resolver eficientemente el caso en apenas dos meses y agrandar aún más la leyenda del marinero.

No había sangre. No había marcas de ningún forcejeo. Y aún así, no había habido ni una sola persona del abultado personal autorizado, que al verle en la cubierta hubiera vomitado, gritado de horror y necesitado de asistencia médica. No era nadie especialmente conocido en el pueblo, pero lo que habían hecho con su cuerpo le iba a hacer inolvidable en toda la comarca y más allá.

martes, 16 de febrero de 2021

La costurera

Amelia solía sentarse en aquel banco a remendar los pantalones. Lo hacía después de haber tendido la colada y esparcir la ropa amarilleado en el césped para que recuperara su color blanco. Se sentaba a medio día, después de haber dejado la comida preparada y las habitaciones recogidas. Zurcía la ropa antes de que su marido volviera de tomarse un chato de vino y recoger a los nietos del colegio.

Amelia sacaba el hilo y la aguja cuando los pájaros dejaban de cantar y se posaban en el muro de enfrente a tomar el sol adormeciéndose. La mujer cosía cuando el viento se olvidaba de soplar y el agua del regato quedaba estancada. Ella siempre observaba a las hormigas transportar enormes piezas de comida antes de comprobar que nadie la veía.

Amelia dejaba los bártulos sobre la rugosa madera y cerraba los ojos. Tardaba varios segundos. La edad se notaba también en su capacidad de concentración para lograr teletransportarse. Visitaba rápidamente a sus otros familiares, les contaba los acontecimientos más relevantes de La Tierra y calmaba las ansias de los más impacientes.

Amelia regresaba a tiempo de enhebrar la aguja y dar los últimos pespuntes.

martes, 9 de febrero de 2021

Las pertenencias por fascículos

Pensar en los días que pasamos en aquella casa en medio del bosque y cerca del mar, es rememorar buenos momentos. Por supuesto que emocionalmente fue complicado pero no podíamos hacer nada más que disfrutar del entorno.

Esto era la tercera semana de Enero y no teníamos nuestros abrigos o las toallas. La coordinadora de voluntarios nos trajo juegos de mesa, cocinábamos juntos y tuvimos televisión por primera vez en nuestra estancia inglesa. Hablamos mucho sobre lo que estábamos viviendo, compartíamos nuestros sentimientos y proyectábamos planes para los próximos meses (si no hubiera habido pandemia).

El segundo día nos hicieron un lavado de urgencia con alguna de nuestra ropa pero, siendo siete, algunos recibieron ropa interior, otros la toalla o la chaqueta. Así que decidimos compartir los abrigos para que todos tuviéramos la oportunidad de salir un rato. Y claro, ¿a dónde iba a ir yo? A la playa, si lo has dudado aún no me has conocido lo suficiente...

También tuvimos continuas visitas de la gente de nuestra organización. Todos ellos traían cajas con cosas que ya habían limpiado con los productos para las chinches. Pero en las cajas venía todo mezclado, lo de un armario de las habitaciones de arriba y lo de un cajón de las de abajo, así que era como abrir los regalos de Navidad: a ver si me he portado bien y me ha tocado algo. Cada día una nueva caja y alguien pendiente de nosotros.

También fue el momento del anuncio de Flavia: iba a acabar su voluntariado antes de tiempo. No era una tragedia, por supuesto, pero era triste tener que decir adiós.

El segundo día una persona de nuestra organización nos recogió a Sabine y a mí para ir a una lavandería al pueblo más cercano y poder lavar toda nuestra ropa. Estuvimos cuatro horas usando seis lavadoras y cinco secadoras. No paramos un segundo y aún quedaron cuatro bolsas llenas de ropa cuando la tienda cerró. Pero la mayoría estaba ya hecho y todos teníamos ya algo limpio. Volvimos a casa y tiramos toda la ropa limpia en el salón. Era una montaña enorme de ropa que nos regaló unos momentos divertidas. Y dirás. es una situación estúpida, ¿por qué estás riendo?, y sí, tienes razón, pero cuando no tienes nada es mejor tomárselo así. Nos sentamos todos en torno a la montaña y comenzamos a buscar cada uno lo suyo. Ropa interior, camisetas y bañadores volaron en todas las direcciones. Como había más camas que personas viviendo allí, convertimos las que nadie usaba en nuestros armarios personales.

Una de nuestras cuatro tiendas de zapatos ;)
También recibimos nuestros zapato pero estaban aún mojadas después de haberles puesto el producto de las chinches. Los colocamos todos junto a los radiadores de los pasillos. Era como una tienda de zapatos.

Y los días pasaron viendo películas, escribiendo en el blog de Lenka en nuestros propios idiomas (y enfadándonos porque no encontrábamos en el teclado de su ordenador checo los caracteres para expresar lo que queríamos) y haciendo pequeñas excursiones por la zona. No es mucho pero todo lo que teníamos. Y estuvo muy bien.

miércoles, 3 de febrero de 2021

Cuerpo anegado

Esto aquí dentro
nació del incendio,
creció con los huesos,
durmió en tu pecho
y despertó en el silencio.

Esto aquí dentro
acaricia el estómago,
sube por la garganta
y se queda clavado
en cada palabra.

Esto aquí dentro
susurra en tus sueños,
devora a esas hadas
que curaban tus alas
y te atrapa de nuevo.

Esto aquí dentro
quiere convertirse en grito,
saltar las murallas
y quitarle el frío
a esos ojos de plata.