Su barco seguía amarrado en el puerto. Las luces estaban aún encendidas pese a que el sol brillaba en el cielo desde hacía varias horas. La cama estaba hecha y su ropa en el armario. Todo estaba en ordeno, incluso su diario reposaba en el escritorio junto a los cuadernos marítimos. No había ninguna página arrancada, no había ningún resquicio que apuntara a un problema de salud mental o con alguna persona. El dinero seguía guardado en la lata de las galletas junto a unos folios con anotaciones de su puño y letra que confirmaban el estado de sus cuentas y su evolución en los últimos cinco años. Había sido actualizada la tarde anterior. No había ningún gasto extraordinario y la cantidad era exacta.

Marian sería la persona encargada de resolver eficientemente el caso en apenas dos meses y agrandar aún más la leyenda del marinero.
Un relato inquietante. ¿Continuará?
ResponderEliminarNo suelo continuar nada de lo que escribo en el blog pero desde que plasmé estos personajes me han estado persiguiendo más de lo habitual. Puede que un día...
ResponderEliminar