¿Sabes cuando los colores son tan intensos que hacen daño a la vista, y aún así sigues con los ojos muy abiertos? ¿Te suena ese momento en que la lluvia te está calando, eres consciente de que te vas a resfriar, y aún así saltas en los charcos como cuando ni siquiera hacías de pequeña? ¿Sabes cuando te estás pasando con el ejercicio pero continuas un ratito más con la seguridad de que no habrá quien te mueva del sofá en toda la tarde? ¿Sabes cuando estás solo tú y respiras profundamente, y sientes el aire llenarte por dentro, sonríes y puedes quedarte así durante horas?
Ojalá fuera solo una cuestión de intensidad. Ojalá no disfrutara tanto peleándome con las musas. Ojalá no tuviera la necesidad anual de escribir este mismo texto con otras metáforas. Ojalá que todo no fuera tan sencillo. Pero es lo que soy y lo que quiero seguir siendo, descubriendo y aprendiendo.
Está muy bien ser escuchado, pero a veces no hay mejor oído que el propio, y si llegan más, que lleguen, pero sigo conservando (y queriendo y cuidando) los míos.
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