lunes, 31 de mayo de 2021

Una cuestión de tiempo

Luego, dame un momento, más tarde, saco un rato para final de mes, ahora mismo, esta misma noche, ya casi, en cuanto llegue a casa, después, de mañana no pasa, según acabe con esto, en cinco minutos, de inmediato, solo necesito un par de horas, está pendiente pero no se me olvida, lo miro en un rato, no me queda nada, a y media, me retraso un poco pero llego, apenas unos segundos, cuando puedas, ya muy pronto, mejor no me esperes, aún hay tiempo, para otra ocasión, rápidamente.

¿Cuándo? Ya no.

La sudadera roja

Le quedaba dos tallas más grande y su calidad era cuestionable. Lo había comprado en un mercadillo hacía tres inviernos. Fue aquel fin de semana, quizá para ella aquella otra vida.

En realidad nunca nos habló del viaje. Llegó, dejó la maleta y nos preguntó por los planes para la próxima semana. Como cualquier otro domingo. Aunque no lo fuera.

Nunca deshizo aquella maleta, tan solo sacó la sudadera. La movía de un lado para otro de la habitación pero jamás la abría. Cuando se iba a ver a sus padres, nos plantábamos delante y la observábamos como si nuestros ojos pudieran atravesar la tela y descubrir su contenido. O como si eso fuera a decirnos algo más.

No se lo ponía siempre. Tampoco era casual que lo llevara cuando estaba triste. O cuando se peleaba con nosotros y quería huir pero la responsabilidad se lo impedía.

Hubo una noche que nos pasamos un poco con el alcohol y estuvimos a punto de sonsacarla algo. Ella había bailado y bebido como en otras tantas fiestas. Obviamente ninguno sabía explicar cómo llegamos a hablar de la maleta y la sudadera roja, pero lo que por largos minutos eran risas, se transformó en un tenso silencio que costó luego remontar.

En verano lo abrazaba. Las puertas de nuestras habitaciones solían estar abiertas. Entonces ella la dejaba entornada, como si buscara la intimidad sin querer estar sola.

Tampoco sabría decir si alguno de nosotros llegó a preguntarla abiertamente, o si todos dejamos que el tiempo se tragara las respuestas.

sábado, 29 de mayo de 2021

Su canción

Era una tierna melodía. Sonaba lejana, ausente, casi celestial. Solo su voz y la guitarra.

Dijo que se la regalaba, que sería para siempre su canción, y en aquel momento no le pudo hacer más ilusión. Besó su frente y le sonrió. Era una sonrisa cálida. Sabía que no lo era. Observó por el rabillo del ojo cómo dejaba el instrumento encima de la mesa.

Cuando volvió a ver sus labios, la sangre ya brotaba por su pecho. Fueron dos disparos pero no llegó a oírlos. En su mente seguía sonando aquella tierna melodía.

martes, 25 de mayo de 2021

Mujer

Una mañana cualquiera
te quedas atrapada
en tu propia telaraña.
Cierra los ojos.
Siéntete.

Eres la sirena
de tu propio cuento.
Un cuerpo danzante
con alas que reestrenar.

Libre.
Vive descalza
las noches de amarga luna
y al amanecer
vuelve
orgullosa de tu presencia.

Eres tú,
sin ensueño
ni caballero que aguarde.

Eres tú,
mujer.

sábado, 22 de mayo de 2021

En un día soleado

Se sienta en el banco. Pasa un tren. Y luego otro. Hay un motor en movimiento. Una voz que murmulla. Ruge. Su cuerpo es una estatua. Un marco sin cuadro. Una sombra. Ni siquiera tiene la mirada perdida. Sus rodillas tiemblan, pero solo puedes apreciarlo si te acercas. Y no te acercas. Una barrera te lo impide. Buscas la llave y la encuentras.

Se sube al tren. Anuda su estómago y cierra los ojos. Parece que no está, que la sal se la llevó el viento. A ratos olvidas su presencia. Te obliga a que vuelvas invisible su cuerpo. Y de inmediato pone su dedo índice en tu brazo. Es una energía cálida. Sutil y menguante. Fugaz.

Deja que el tren se vaya. Sus manos tiemblan pero se despide con firmeza. La estación se queda vacía. Tan solo su cuerpo. El motor sigue en marcha. La estatua sigue cerca. Demasiado.

Se mete en la cama. El motor es ruido. Un ruido constante. Los dedos de los pies acarician el frío de las sábanas. Las manos son un puño, su cuerpo una estatua. Pone música de fondo y apoya el ruido sobre la almohada. Lo sacude y ahoga sus arrugas. Pone música de fondo para apagar el motor. Anuda el estómago y cierra los ojos. Se tapa con la manta y suda para que el ruido se adhiera a su piel.

lunes, 17 de mayo de 2021

En Madrid a 2021

A veces ya no está. He jugado tanto, que me lo he creído. A veces se convierte en un esqueleto; lo inserto con delicadeza bajo la piel y lo arranco sin anestesia. Casi siempre es un escudo, una capa que no protege y una espada que empuño y no utilizo. Casi siempre lo maquillo para que parezca más feo. Casi nunca lo domino. Se camufla y sube por el estómago pellizcándome.

Me gusta cuando se aleja sin despedirse. Lo noto enseguida porque me deja en un equilibrio inestable. Me gusta cuando le escupo a la cara y le doy una patada para que se marche. Deja heridas y luego cicatrices. Me gusta cuando lo miro a los ojos y no hace falta que lo desafíe. Se da media vuelta y camina despacio confiando en mi arrepentimiento. Yo solo suspiro y dejo que se instale en el mismo peldaño que las decepciones y la cobardía.

A veces soy yo quien se aleja sin despedirse. Cierro la boca y escondo la rabia bajo la benevolencia. A veces soy yo quien pone una distancia insalvable. Lo remato con el convencimiento de que será la penúltima vez. A veces soy yo quien se da media vuelta para no ver cómo llega. Porque he sido yo quien lo ha contratado.

Me gusta sembrar algunas frases que sé que no van a ser recogidas. Esto también es escritura. Y satisfacción propia. Me gusta dibujar el último punto de cada párrafo. Nunca el punto y final. Y eso no es escritura. Me gusta cuando mi mano hace el viaje sola. Incluso cuando el lápiz me traiciona. Eso es el camino de la sinceridad.

jueves, 6 de mayo de 2021

Duración desestimada

¿Cuánto tiempo te quedarás?
¿Cuánto si ya duermen las sirenas,
si he conseguido hacerte naufragar
y llevas mi piel en tus venas?

¿Cuánto tiempo podré quedarme?
¿Cuánto si ya está lloviendo,
si sopla el viento
y llevo en mis manos un sable?

¿Cuánto tiempo esperarás?
¿Cuánto si no brilla la luna,
si los silencios callan
y llamas a esto locura?

¿Cuánto tiempo podré esperar?
¿Cuánto si no prende la hoguera,
si las palabras emigran
y llamo a esto mentira?