jueves, 2 de diciembre de 2021

Sobre la tarde de ayer

Tengo que recuperar la grabadora. Eso o muy pronto mis dedos inventando historias en el móvil mientras camino por Madrid van a convertirse en falanges amputadas, por no hablar del porrazo que me voy a meter por no mirar al frente.

Sí, sé que el móvil también graba voz, pero con los guantes la pantalla táctil no funciona, de manera que estaría en la misma de antes. A favor de la grabadora señalar que tiene botones y se puede manipular sin necesidad de que la piel sea devorada por la temporatura ambiente.

Lo que pasa es que sería otro tipo de experiencia. O sea, por un lado, ponte que supone ir hablando sola con un cachivache extraño (que para mí no lo es pero supongo que llama la atención, genera miradas y me despistaría porque buscaría en quienes sienten curiosidad algún punto de interés).

Y por otro lado, escucharlo sería un problema. ¿Un problema?... ¿En serio, Sara? Por favor, que poco tacto... Sería un problema porque prestaría más atención a mi tono de voz y querría sacarle más jugo del que quizá tenga (sí, en verdad sería interesante el encontrar matices que a veces no son tan concretos con palabras escritas deprisa y corriendo, pero a la larga creo que me cansaría de tanto análisis y total, "no hace falta entenderlo todo" - estas comillas son una referencia a otra cosa que no voy a mencionar ahora, pero de la que quede bien claro: estoy muy orgullosa).

Sería un problema... ¿un problema? ¿otra vez?... sería eso porque trataría de transcribir, más allá de mi voz, la de otros viandantes y seguro que hallaría nuevas y emocionantes historias... ¿sería eso realmente un problema? A ver, donde creía encontrar una idea aparecen otras tres, lo que mola mucho, pero implicaría una cantidad ingente de relatos que no llegaría ni a querer escribir (eso sí que es mentira)... que no llegaría a poder escribir, lo cual sería frustrante e innecesario... supongo que si la historia no fue capturada en el momento en cuestión a lo mejor no es necesario darle voz... y si realmente tengo que escribirla, estoy convencida de que hallará otra forma de aparecérseme y que la ponga en palabras.

Es decir, que voy a seguir paseando por Madrid con los dedos congelados sobre la pantalla del móvil.

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