Luego otro más. Cansado. Frustrado. Ya deja huella y la arena no puede ocultarlo. Una marca que está aunque a ratos juega a no serlo. Una tormenta que parecía iba a arrasar los cuerpos y no fue para tanto. Esa montaña que se disfruta pese a los tres días de recuperación posteriores.
El tercero es una zancada. Violenta. Un surco en la tierra seca. La definición de una barrera y la construcción de un ocaso. Es dejar de caminar hacia atrás, darse la vuelta y emprender nuevo rumbo sin volver la vista. Una herida que ojalá deje cicatriz. Una puerta cerrada y su llave perdida.
El quinto quizá no existe. Pero le gustaría. Y tiene ganas. Quisiera correr tan rápido que diera la vuelta al mundo hasta encontrarse frente a aquella primera pisada. Y observarla de cerca. Y acariciarla hasta hacerla creer que no existió. Pero sigue ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario