Se detiene ahora también sobre esa palabra “propietaria”. Ella no lo compró. Pero lo utiliza. ¿Es su propietaria? Es consciente de que puede enredarse entre definiciones y olvidarse de su objetivo. Así que abandona el teclado por unos segundos y abre el diccionario por donde cree que puedan estar las palabras comenzando por E.
Está en la C, en cambio. La C de chinche, ¡qué casualidad! Se ríe. Es que le trae recuerdos. Recuerdos lejanos pero muy presentes. Buenos recuerdos pese a todo. ¡Eh, se ha reído! Piensa en la frustración y en la fiebre. La segunda aún la siente. La primera parece haberse alejado. Pasa las páginas y termina por encontrar la definición de Escribir. Consta de tres acepciones. Las lee un par de veces.
La primera le parece completamente fría. Entiende que así tienen que ser las definiciones pero no le gusta. Se plantea copiarla textualmente en el documento del ordenador, pero es que la siente tan aburrida que no cree que encaje en el texto. Lee la segunda acepción. Habla de componer o crear un texto. Sí, eso le gusta más. Es sin duda lo que ella debe llevar como una hora haciendo. Se alegra. Bastante. Ya por curiosidad lee la tercera y última acepción de la palabra “Escribir”. Es breve. Concisa. Apenas tres palabras. Cierta sin duda. Y relativamente cercana también a lo que está plasmando en el ordenador. Cierra el diccionario y le coloca de nuevo en su estante. Le gusta profundamente recurrir a sus páginas.
Mil ochocientas veintinueve palabras y párrafos excesivamente largos. No lo relee pero conoce su estilo y sospecha que se habrá pasado con la cantidad de adjetivos. Se cuestiona cuánto de lo que ha escrito es real o decoración. No llega a ninguna conclusión pero vuelve a sonreír. Eso es bueno. Muy bueno.
Comprueba en el reproductor de música que lleva una hora y cuarenta y siete minutos escribiendo. Guarda el archivo en la carpeta Blog de sus documentos. Tenía planificado que al día siguiente haría una publicación y ahora ya tiene claro cuál será. Debería releerlo. O quizá no. Lanzarlo al natural. Y puede que fragmentarlo. O no. A ver, es que no se trata de cebar la web de contenido que, en cualquier caso, apenas va a ser leído. Pero es, como recoge el diccionario, componer un texto, un algo mayor, un documento como propio formato de blog.
Apaga el ordenador. Tiene la sospecha de haber llegado al punto y final del texto. Las mismas sospechas de que aún se levantará en un par de ocasiones y cogerá cualquier trocito de papel para anotar alguna frase que deba ser incluida.
Se toma de nuevo la temperatura. Ha bajado considerablemente. Y lo que es mejor, se siente también sanando en las otras capas más profundas del cuerpo.
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