Coincidieron en una optativa del segundo cuatrimestre. Se sentaron una al lado de la otra durante la primera clase y tuvieron que compartir ficha de lectura. Luego ella le propuso que comieran juntas. Marieta aceptó afirmando con la cabeza dudando de las intenciones de la chica. Se sentaron en el césped con sus respectivas bocadillos. Emma hacía algún comentario, pero ante el silencio de la otra, pasó a sonreír y darle su tiempo.
Fue el último día de clase cuando por fin Marieta se atrevió a recuperar su fórmula de presentación casi como una despedida que, en cambio, las volvió inseparables.
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