lunes, 14 de octubre de 2024

Un hombre - a medio día (2/4)

Regresa a la parte 1 - por la mañana

Un hombre sonriente se pasea por el pueblo sin desprenderse de su actitud pese a las palabras pesarosas de todos aquellos con los que se cruza. No se detiene con ninguno de ellos. Sonríe. Como siempre lo ha hecho. Entra en una panadería. Pide una hogaza. La tendera le regala una palmera de chocolate y le da una palmadita en la espalda.

Un hombre bueno sigue andando. Un par de vecinos le obligan a pararse. Él menciona lo agradable que le resulta la subida de temperaturas, y cómo le alegra que hayan pasado ya los días fríos. Inmediatamente, a sus interlocutores se les genera un nudo en la garganta. Entonces es él quien da una palmadita en la espalda y los otros quienes continúan cabizbajos con su caminata. Unos metros más allá cuchichearan y se giraran para confirmar  que realmente era él con quién se han cruzado. Él no le da importancia, sigue caminando y se acerca hasta el río. Avanza varios kilómetros pegado a la orilla. Escucha el canto de los pájaros y sigue con la mirada a un par de truchas bajo el agua. Atraviesa cinco pueblos y cruza al otro margen por un puente de piedra. Regresa con el sol calentando intensamente su espalda.

Un hombre amable se detiene en la plaza del pueblo y le entrega la palmera de chocolate a una chica extranjera que se lo agradece emocionada. La muchacha tiene tres trabajos y va corriendo hacia el autobús. Lo cierto es que no es la primera vez que él tiene gestos similares con la joven. Ella se lo agradece aún más dadas las circunstancias y se ofrece a echarle una mano con la limpieza del jardín cuando lo necesite. Tampoco es la primera vez que ella, pese a todo, intenta tener un gesto amable con él.

Un hombre sonriente regresa a su casa. Enciende la radio y se descalza. Se escuchan las noticias a un volúmen moderado. Cuelga la chaqueta en el perchero y entra en la cocina. Abre la nevera y saca un bote de judías verdes ya preparadas. Lo vuelca en una cacerola y lo pone a calentar en la vitrocerámica. Mientras, pone el mantel en la mesa del salón.

Un hombre bueno coge una lata de sardinillas en aceite y la abre. Deja escurrir el aceite y vuelca el contenido restante en un plato. Come pan y sardinillas de pie revolviendo las judías verdes. Acaba con el primer plato y lo deja en el fregadero. Apaga el fuego y vierte el contenido de la cacerola en un nuevo plato. Se sirve un vaso de agua y lo coloca en la bandeja de hojalata junto a las humeantes alubias.

Un hombre amable come con la radio de fondo sin prestarle atención. Piensa. Con la última pinchada, recoge todo sobre la bandeja de hojalata y vuelve a la cocina. Deja un tenedor, un plato y un vaso en el fregadero.

Continúa con la parte 3 - por la tarde

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