Un poco de lava que se escapa entre las grietas de un volcán adormecido y una gota de sangre en la piel de un recién nacido. Una silueta que ataca y acuna, la última pieza de aquel primer puzle perdida en las sábanas.
Un poco de aire fluyendo entre los escombros de la guerra, esa voz ahogada de quien solo ha conocido los truenos que no trae la tormenta, es mirada tierna sepultada bajo la metralla.
Un poco de vida jugando a la sombra de un cerezo, flores que se marchitan lento y raíces que cavan profundo en la arena. Una mirada cómplice y una sonrisa que se instala en los tímpanos.
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