martes, 4 de enero de 2022

Palabras

Han perdido su valor. O sea, puedes jugar con ellas a tu antojo y construir unidades más grandes. Puedes pensarlas día y noche, e incluso evitar que se te acerquen demasiado. Desde luego que puedes deshacerlas en tus labios y marcarlas con tus dientes. Puedes encerrarlas en un susurro pendiente o amortajarlas en los gritos que te dejan ronco.

Y aún fluyen. Siguen siendo el vómito y el aliento que te llevan al precipicio. Pero esta vez no hay rescate posible.

Porque han quedado vacías. Porque han preferido cavar su propia tumba en lugar de seguir viendo cómo las disfrazabas. Han tomado la migración como nueva forma de vida, puede que inspiradas por quienes antes les daban la mano, puede que exiliadas a donde sus voces se conviertan luego en un canto generacional. Porque están cansadas de ser asesinatos con testigos ausentes.

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