domingo, 17 de abril de 2022

Monotonía

Se instala bien dentro. En algún lugar entre las neuronas y los jugos gástricos. A veces se dice que ocurre en el corazón. Eso en realidad es una metáfora como centro neurálgico del impulso sanguíneo que es dicho músculo. Reacciones químicas e impulsos nerviosos. Al final una traducción abstracta, a veces errónea, de lo que llega al plano del alma.

Arranca en momentos indeterminados. Inequívocos también. Quizá al peinarte el flequillo. O tachando de la lista de la compra las verduras que acabas de meter en la cesta. A lo mejor en la oscuridad del cine, en medio de una película que te hacía cierta ilusión ver y en una escena relevante cinematográficamente perfecta de la que, de pronto, te pierdes. O en la abarrotada estación de metro mientras decides si colocarte junto a la mujer que suda hasta por las pestañas o a los señores que se van vociferando su historial médico.

Encuentra un rincón al que agarrarse y luego parece que ya no está, que puede ser una costra a punto de cicatrizar. Y vas tú y por unos minutos te lo crees. O te piensas que no puedes seguir vagabundeando por los restantes metros cuadrados de tu gigantesca habitación.

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