domingo, 3 de julio de 2022

Hueco

No existe. Oficialmente no es nada. No tiene ni forma ni lugar. No se puede nombrar; tampoco definir su edad. Ni el momento histórico al que pertenece. Son huesos sin forma de esqueleto. El hallazgo de una cantera no excavada. O la ropa que siempre queda en el cesto de la colada.

No existe ni tiene voluntad de ello. Ni siquiera como vacío legal. Es plastilina, esa que está formada por una variopinta gama de colores y se ha quedado seca y dura después del primer uso. Y precisamente por eso no se quiere tirar, porque apenas se ha utilizado. Tampoco es un desperdicio ni se puede reciclar.

No existe aunque se pretenda buscar en las mentiras las mil y una formas del engaño. Esa es la parte más absurda. La del fingimiento constante, tanto que parece lo real.

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