La cámara sigue el viaje a un campo de refugiados en Grecia de una mujer, médico jubilada con un contacto frío con su familia y aburrida de la vida de jubiladas de sus amigas. En su labor como voluntaria, choca con un mundo lleno de férreas normas y un niño sin familia del que se encariña. Contado casi en formato documental, es precisamente esto lo que creo que se debería haber profundizado. En todos los aspectos, porque se intuye que juega con esta forma de contarlo en ciertos planos pero no termina de apostar por ello. Es ficción, lo sabemos. Pero es una gran realidad. Y eso también lo sabemos. ¿Por qué no sacarle más partido a la historia con esos otros recursos? No hablo de llevarlo todo al drama más absoluto (que sin duda es lo que sucede a diario), pero al final es como que trata de hablar de algo serio y se queda en la superficie.
Hay humanidad, hay un guion con ciertos diálogos muy pulidos, hay una protagonista sólida (tanto como construcción textual como en la interpretación de Carmen Machi) y un elenco de secundarios que termina de construir ese campo de refugiados desde la ironía, pero al final La voluntaria es una película sobre la vida que se queda plana, carente de vida.
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