Fue con la cercanía del cuarto aniversario del fallecimiento de sus padres que tanto David como Gloria, se propusieron a sí mismos reconducir la situación. David propuso encargarse de la comida para los dos y, en su primer intento, casi la mata: preparó un plato con almendras y ella era alérgica a los frutos secos. Se disculpó y tomó distancia de nuevo.
Gloria optó por dejarle el café preparado por la mañana y un post-it con algún comentario. David se animó a proponerla ver juntos una peli los jueves por la noche. Ambos se estaban esforzando pero no parecían capaces de terminar de naturalizar su relación. Gloria pensaba que era cuestión de tiempo y debía tener paciencia. David dudaba que, sin sus padres, pudieran recomponerse.
No habían vuelto al cementerio desde el entierro. Entraron en el recinto agarrados de la mano y con un ramo de flores cada uno. Caminaron en silencio. Depositaron las flores sobre la tumba y lloraron abrazados. Fue en ese momento cuando consiguieron reconectar y no volvieron a distanciarse nunca más.
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