sábado, 7 de junio de 2025

La comitiva

Es un hombre como podía haber sido una mujer; pero en este caso se trata de un cuerpo del género masculino; pasados los cuarenta pero no tan cerca de alcanzar el siguiente cambio de década. Viste con una camisa azul clara y vaqueros. Lleva una chaqueta verde de traje desabrochada porque le queda un poco apretada. Deportivas y gafas de sol. De marca pero discretas. Camina рог el parque sosteniendo una correa de perro. Con un chucho al otro extremo; aunque más bien es éste el que pasea al humano. Y más que chucho, perrazo, de gesto serio, concentrado en su tarea y mostrando los dientes cada nueve pasos.

Es una tarde soleada de primavera у la temperatura es agradable. El perro de pronto se adentra en el césped como que sigue dirigente por el centro del camino de tierra. No se detiene y mantiene el ritmo constante, con la mirada al frente. Se muestra calmado, sin emitir ni un balbuceo. Mantiene la correa en una débil y estudiada tensión para que su humano no se detenga. No le dedica ni la mínima atención a otros viandantes ni demás seres vivos. Su dueño no es que esté embobado, es que le ignora mientras va enfrascado en su conversación. Habla for teléfono a través de unos auriculares con cable.

Podría pensarse que el varón es ciego, pero nada más lejos de la realidad: su vista se conserva perfectamente, solo una ligera miopía que revisa con regularidad. Su aparato fonador tambien funciona perfectamente; no es que vaya chillándole a los auriculares pero su voz profunda se escucha a varios metros de distancia. No queda muy claro quien es su interlocutor, no menciona ningún nombre ni establece una relación familiar, pero el tema de conversación es la cita médica de una madre. No se sabe de qué madre concretamente porque hay muchas madres esparcidas por el mundo y él no especifica.

Ampliando el campo de visión y a distancias intermitentes pero claramente vinculadas al perrito y su paseador, se aprecian cuatro palomas caminando con la misma determinación que la mascota. Serias. Firmes en su seguimiento. A veces más lentas, acelerando o atrachando por mitad del medio para mantenerse lo suficientemente cerca. Sin llegar a alzar el vuelo.

El hombre no parece estar de acuerdo con su interlocutor y emite profundas aseveraciones, pero no modifica su tono, ni se vuelve violento ni realiza aspavientos. Habla y camina sin llegar
a ser un autómata ni cuestionarse las inflexiones de su voz o los movimientos de sus pies.

Abriendo un poco más la panorámica tambien se observa a un grupe de gorriones volando de árbol en arbol en torno al can. Intercalan el salto entre ramas y la extension de sus alas en el aire. No es tan fácil determinar la cantidad exacta de aves realizando el seguimiento. Algunas se confunden entre las hojas de las capas más altas y mezclándose entre las cotorras.

La conversación se prolonga por más de media hora; no se vuelve densa, si acaso reiterativa, resulta evidente la necesidad de llegar a una conclusión.

Perro y pajaros se mantienen firmes en su tarea sin mostrar el mínimo cansancio ni dejarse llevar por la interacción de otros mamíferos.

No ha habido una despedida formal ni tampoco un corte de la señal, pero ahora el hombre ha dejado de hablar y se quita los auriculares. Sin más. El grupo de gorriones baja a tierra firme y las palomas se dispersan en el aire. Como si fueran solo simples aves. El perro se vuelve juguetón y brinca persiguiendo a las primeras mariposas de la primavera. Como si fuera nada más que una mascota. El hombre camina por el parque. Casi podría decirse que es nada más que un humano inocente más.

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