La ciudad elegida para el viaje conjunto en Noviembre fue Bath. Cogimos por primera vez el tren en una de las pocas mañanas con niebla.
Los ecos de la Navidad estaban presentes en todas las calles aunque por una semana de adelanto no pudimos ver el mercadillo, de manera que nos dirigimos a la abadía, en obras, por supuesto. Del interior destacaría los ángeles, la bóveda central y las vidrieras, aunque el mayor impacto quizá provenga de la arquitectura global desde el exterior.
En la misma plaza se encuentra el edificio más relevante de la ciudad que corresponde al conjunto de las termas romanas. Aunque masificado, se pueden pasar varias horas disfrutando del entorno que sirvió primero como santuario celta y fue transformado en complejo lúdico con la invasión romana. Aunque no se puede acceder al agua, la propicia conservación y las explicaciones de la audio guía permiten un acercamiento a la época en que aquellos baños cumplían su finalidad.
Por la tarde una visita rápida al puente Pulteney, uno de los pocos en el mundo que además de servir para atravesar el río, contiene varias tiendas. También pasamos un rato en el Victoria Art Gallery, un museo con interesantes colecciones de arte. Nos quedaron cosas por descubrir, como en todos lados.

Para entonces podemos decir con orgullo que vivimos en la declarada ciudad costera más bonita de todo el país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario