viernes, 22 de mayo de 2020

Un paseo con los romanos

La ciudad elegida para el viaje conjunto en Noviembre fue Bath. Cogimos por primera vez el tren en una de las pocas mañanas con niebla.

Los ecos de la Navidad estaban presentes en todas las calles aunque por una semana de adelanto no pudimos ver el mercadillo, de manera que nos dirigimos a la abadía, en obras, por supuesto. Del interior destacaría los ángeles, la bóveda central y las vidrieras, aunque el mayor impacto quizá provenga de la arquitectura global desde el exterior.

En la misma plaza se encuentra el edificio más relevante de la ciudad que corresponde al conjunto de las termas romanas. Aunque masificado, se pueden pasar varias horas disfrutando del entorno que sirvió primero como santuario celta y fue transformado en complejo lúdico con la invasión romana. Aunque no se puede acceder al agua, la propicia conservación y las explicaciones de la audio guía permiten un acercamiento a la época en que aquellos baños cumplían su finalidad.

Por la tarde una visita rápida al puente Pulteney, uno de los pocos en el mundo que además de servir para atravesar el río, contiene varias tiendas. También pasamos un rato en el Victoria Art Gallery, un museo con interesantes colecciones de arte. Nos quedaron cosas por descubrir, como en todos lados.

Mientras, en Bournemouth seguía la apacible vida destruida de lunes a viernes de seis de la mañana a seis de la tarde gracias a la construcción de un edificio frente a nuestra casa. Las paredes de nuestras habitaciones parecían de papel y el aislamiento de las ventanas más bien nulo, así que servían de despertador, a lo que se le sumó que cortaran la calle para meter tubos y trabajaran también de noche. Muy gracioso el que colocó un acento sobre la señal de diversion (en inglés significa desvío pero en castellano ya puedo asegurar que no hacía ni pizca de gracia).

Para entonces podemos decir con orgullo que vivimos en la declarada ciudad costera más bonita de todo el país.

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