sábado, 7 de mayo de 2022

Luminiscencia

Se ha apagado. No es algo así como una vela que consume toda su mecha y licua la cera hasta desaparecer por completo. Tampoco es una bombilla que ha visto de pronto su filamento partido en dos. Ni siquiera puede decirse que el móvil se haya quedado sin batería y no pueda encenderse la linterna. No. No es eso.

Podría, más bien, asemejarse a estar en una habitación con las persianas completamente bajadas y el cuerpo tan entumecido que no se pueda alcanzar la correa para subirlas. Hay luz. No se ha extinguido. Está ahí. Sigue ahí. Fuera.

Quizá esté bien ese ratito a oscuras. Una especie de calma en tensión. A la espera de lo desconocido. A la espera o a la pausa consciente del tiempo. De que no todo tiene que ser bonito. Ni tampoco feo. De seguir en esa habitación. 

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