jueves, 30 de junio de 2022

Amigos de pueblo

Nosotros no nos mataremos con pistolas es una película catalana dirigida por María Ripoll. En tono de comedia dramática, profundiza en la amistad de un grupo de treintañeros que vuelven a juntarse en las fiestas de su pueblo tras mucho tiempo separados.

Como argumento, hay mil películas más por el estilo y desde luego que juega con los clichés y estereotipos corriendo el peligro de ser evidente, pero sabe mantenerse siempre al límite. Obviamente la diferencia aquí siempre está en la caracterización de los personajes (quizá incluso en alguna interpretación).

El otro tema relevante (un acierto demasiado superficial) es la salud mental, el suicidio en concreto. Se habla y no se habla de ello. Se muestra y se evita. Como en la propia realidad. Una pena.

A nivel formal no tiene nada en concreto que resaltar. Sospecho que la fotografía podría haber sido más preciosista pero no era el objetivo.

Destacar, eso sí, el título, porque no es nada sencillo dar con uno lo suficientemente concreto sin revelar demasiado pero que al ver la película se entienda el por qué. Lo mismo con el cartel.

No es una gran película y los personajes dan para mucho más, pero supero mis (bajas) expectativas.

lunes, 27 de junio de 2022

El telefonillo

Subió el escalón del portal y tiró directamente de la puerta. Estaba cerrada. No era habitual. Se acercó al telefonillo. Pulsó la tecla del tercero A con sus largas uñas de manicura perfecta, la mano izquierda coloreada de rosa chicle; y la derecha, en un llamativo verde lima.

-¿Siiiii? - se escuchó una voz femenina rasgada al otro lado.

-Soy yo.

La anciana colgó de inmediato y la joven de deportivas de marca apretó otra vez el telefonillo. Cuando descolgaron no hubo respuesta.

-Soy yo, abre - insistió pacientemente.

-¿Yo? No conozco a ningún yo - y cortó la comunicación.

La joven con un top naranja fosforescente bien ceñidito echó un vistazo a la calle. Quizá algún vecino regresara del trabajo en aquel momento y al menos le abriría el portal. Hubiera aceptado incluso cruzarse con la del primero que todavía la seguía tirando de los mofletes. Pero no fue así y se decidió a pulsar nuevamente el botón del tercero A.

-Abre, abu.

-¿Abu? ¿Pero tú quién te has creído? ¿Quién te ha dicho a ti que yo soy una ancianita indefensa? - Probablemente hubiera sido ella la última en entrar. Se aseguraba hasta cinco veces de que había quedado bien cerrado.

-Pero abu, que soy yo - perseveraba mientras se subía el pantalón vaquero. Era corto. Muy corto. Apenas un trozo de tela agujereada por el que se le escapaba medio culo.

-Y vuelta la mula al trigo, que no te conozco. Lárgate de aquí o llamo a la policía.

Respiró hondo y se maldijo por no haber hecho caso a su madre y llevarse las llaves. Pulsó una vez más el telefonillo.

-Soy Mónica - escupió la joven según escuchó que atendían al otro lado.

-¡Ay, hijita, espera un segundo que te abro! Pasa enseguida y asegúrate que se cierra, que hay por ahí un tal Yo que no sabes que rato más malo me ha hecho pasar.

Mónica atravesó la entradita. Se miró en el espejo: la bronca de su abuela iba a ser monumental. El portal quedó abierto.

jueves, 23 de junio de 2022

Aurora

Ya pasó. Fue otro momento. El que no llegaron a mostrar en los telediarios porque se emitía el episodio de la última serie de moda. El del niño que pintarrajea el catálogo de unos grandes almacenes como lista de los deseos para sus majestades los Reyes Magos. El de la tarta de cumpleaños dispuesta sobre la mesa con las velas encendidas y nadie alrededor para la celebración.

Ya no es. Se fue a otro tiempo. A una época que no existe en los libros de Historia. Descansa a la sombra de un ciprés y se enreda entre las hojas del helecho. Se diluye. Flota. Cuando el viento sopla, abraza a las palabras olvidadas y conjuga los sueños en duermevela con los secretos a medianoche. Se abrasa. Arde. Protege sus frutos. En la tierra. En el agua. En el aire. En el fuego. En un mundo al que no pertenece ni quiere volver.

Ya. Es nada. Pero fue.

martes, 21 de junio de 2022

En las tardes de primavera

Alguna vez ha estallado el tiempo, ha reventado en mil pedazos que han salido al mundo exterior, se han acoplado a la órbita de un planeta lejano y han acabado absorbidos por un agujero negro.

Alguna vez han dominado las estrellas, se han hecho con el poder de las mareas y han destruido la interacción de toda fuerza gravitacional, incluso han conseguido hacer desaparecer cualquier norma de la física moderna.

Alguna vez han existido los sueños y los fantasmas. Ha sucedido en esos días de verano en que la noche se acoge a la luna nueva y las luciérnagas olvidan cómo su cuerpo de escarabajo emite luz.

Alguna vez los dinosaurios han escapado de la extinción, han encontrado un recoveco entre los fósiles del museo y se han alimentado del polvo que se acumula en las bibliotecas.

Otras veces el reloj se ha parado.

martes, 14 de junio de 2022

El hilo invisible

Llegaron a la vez. Ella entró por el extremo izquierdo y él por el derecho. Era casi imperceptible pero les unía un hilo.

Nicole se sentó a la sombra, sobre el césped, en el centro del jardín. Desenfundó su guitarra y se quitó las gafas de sol. Rasgó un par de cuerdas. No sonaba muy bien. Sacó el móvil y se puso los auriculares.

Jon se fue a un rincón del jardín donde el sol calentaba con fuerza. Se descalzó y se quitó la camiseta. Extendió una toalla amarilla y dejó su mochila encima. Se puso las gafas de sol. Hizo un par de flexiones. Se le daba realmente bien. Sacó el móvil y se puso los auriculares.

Comenzaron a recoger a la vez. No cruzaron una sola mirada. Ni siquiera el uno advirtió la presencia del otro. Ella salió por el extremo derecho; él, por el izquierdo. Era casi imperceptible pero el hilo se había roto.

viernes, 10 de junio de 2022

Paz

Ni siquiera leer. Entrar en comunión con el vaiven del océano y dejar que con el viento se diluyan los segundos.

Observar a los paseantes, descalzos, de a dos o en solitario. Seguir a esa pareja anciana que se adentra con facilidad en el agua. Contar el número de veces que los correderos van de extremo a extremo de la playa y hacer un cálculo rápido de la distancia que llevan sobre sus deportivas. Vigilar a las gaviotas. Querer adivinar cuándo la marea ha llegado a bajamar.

Tumbarse sobre la arena y perder la vista entre las nubes que se deslizan lentamente por el cielo. Escuchar un rumor. El de las olas y el que va por dentro.

martes, 7 de junio de 2022

Mayo

Para hablar de energía, hay que hablar de latidos, de miradas que se cruzan en un compás arrítmico y de descargas eléctricas con electrones que no recuerdan cuál era su órbita original.

Para hablar hay que dar voz, pensarse como emisor y seleccionar un mensaje, encontrar el código adecuado y un receptor que apueste por valorarse como testigo de la comunicación.

Para cargar una batería no hacen falta cables. Ni una toma de corriente en la pared recien pintada. Basta con una fuente de energía. Que permita la desconexión y fortifique la muralla. O saber apagar a tiempo el dispositivo antes de que el chip se incendie.

miércoles, 1 de junio de 2022

Blast: una fiesta de luz y color

¿Se puede cambiar el mundo a través del teatro? Bajo esta premisa, el pasado mes de septiembre se lanzó una peculiar convocatoria en busca de jóvenes artistas que dieran voz a un término al que acompañan cada vez más adjetivos: crisis.

El Centro Dramático Nacional acoge en el Teatro María Guerrero esta original propuesta de Teatro en vilo coproducida con Barco Pirata y que sigue sobre las tablas hasta el 19 de junio.

Blast habla de parar y tomar conciencia. De escuchar y de escucharse. Del silencio. De proponer y buscar la revolución. Del odio. De estar harto. De equivocarse. De ir a terapia. De querer y de quererse. Blast es básicamente un ensayo sobre la sociedad en que vivimos y se supone queremos cambiar.

Pero también es una obra en la que el público tiene la obligación de participar. En un momento determinado, uno de los intérpretes le pide a los espectadores que se pongan de pie para hacer un experimento. Va recitando situaciones que implican renuncias y el público se va sentando cuando se siente identificado. Muy pocos quedan de pie. La vida cotidiana. Las renuncias. La vida diaria. Bajo esa experiencia colectiva y casi como parte de una misa, se realiza una colecta de dinero para comprar entradas para este mismo espectáculo y que otras personas sin recursos puedan igualmente verla. Algo así tan sencillo, tan inocente como querer cambiar el mundo desde un escenario.

Sobre el escenario hay personas y personajes. A veces más evidente el personaje (lógico en realidad aunque debiera no llamar tanto la atención) a través del texto, recordándonos demasiadas veces el objetivo que tienen, individual y colectivo; y otras, la persona, con unas interpretaciones que, sin duda se aprecian trabajadas, pero que se pierden en varias ocasiones. Lo que aquí podría entenderse como parte de la performance. Si es que en algún momento termina de resultar ello creíble. Pero se queda a medio camino.

Son dos horas de espectáculo que, si bien físicamente pueden ser largas y a nivel dramatúrgico podrían cuestionarse ciertas explicaciones y autoreferencias, visualmente componen una revolución de colores desde el mismo momento en que se eleva el telón: sobre un escenario completamente blanco destaca una bola roja gigante. El vestuario y los escasos (pero más que suficientes) elementos escenográficos siguen una cuidada línea en esta dirección.

En cuanto a la luz, se mantiene prácticamente plana con el uso de un foco puntual para realzar ciertos speechs. Esa correcta sencillez se rompe por completo en la última parte, cuando de nuevo toman fuerza los colores a los que se le suman seis bolas de discoteca que inundan de vida todo el teatro. Y pasa a ser una fiesta. Antes de que te hayas dado cuenta, te han sumergido en otro mundo. El de ahí dentro. Y quizá el de afuera. De esos dos mundos también trata la obra.

Es una propuesta eminentemente musical, sobre todo la primera media hora y el final (la mayor parte en directo). La batería hace retumbar el teatro y el piano acompaña las melodiosas voces del elenco. Y luego hay otra parte de música actual reconocible en una suerte de fiesta que habla de la juventud y del amor. Está muy bien que los jóvenes sean también jóvenes.

Constantemente me viene al recuerdo otra función que tuvo lugar en ese mismo escenario unos meses atrás: Comedia sin título. Sobre todo por las luces y la iconografía (mucho mayor en aquella otra sin duda) pero también por algo que aquí se muestra de formas sutil: son varias las referencias al propio acto de representar, dirigiéndose a los técnicos, con lenguaje de entre bambalinas,... Quizá ya no resulte tan original y en ocasiones incluso sobreactuado, pero sí que es cierto que cumple con los objetivos de la obra que al final es lo importante.

En conclusión: Es una experiencia teatral en todos los sentidos, que en primera instancia entra por los ojos y después provoca una larga charla o autoreflexión sobre todas las hipótesis que lanza.