Estimados vecinos de enfrente,
(bueno, ya no tan estimados porque me tenéis muy disgustada. Así que vuelvo a empezar).
Hola.Os envío la presente misiva con ánimo de mostrar mi enfado - por decirlo de forma suave - ante las decisiones que habéis tomado recientemente. Estaba convencida de que había una confianza mutua. Pero veo que no.
No puedo comprender esta forma tan ruin que habéis tenido de apartarme de vuestra vida. ¿Por qué? ¿Qué he hecho? ¿Qué no he hecho? Os he acompañado en la redecoración del piso; os he apoyado cuando colocasteis las lámparas - y eso que no me hicisteis ni caso cuando os aconsejé, pero bueno, esto solo es otra gota más-, he estado ahí cuando recibisteis a vuestros primeros invitados, en la visita de vuestros padres y en la última reunión de amigos; no me pierdo ni una de vuestras cenas e incluso me quedo cuando os ponéis alguna serie en el móvil - que chicos, ya podíais invertir en una tele, que me estoy dejando la vista, y vosotros también. Y ahora reflexionad conmigo, ¿en serio me merezco este desplante?
Es que ya me venía yo rumiando que aquí estaba pasando algo. El mes pasado os habéis ido diez días de vacaciones... ¡y no me habéis avisado! He estado muy preocupada. Que mi marido me decía que seguramente os hubiérais casado y estabais de luna de miel. Pero yo tengo ahí una corazonada, un instinto femenino, que me dice que no, que no se trata de eso. Y es que no me parece nada justo cuando he sido precisamente yo - YO-, la que se tuvo que tragar hace dos años toda la reforma del piso, ¡que se nos está olvidando eso!
Ahora ya es que no me puedo callar y os va a tocar sentiros culpables un ratito. El colmo de los colmos ha sido el tema de las cortinas. Mirad, que yo puedo entender lo de la persiana en la habitación para que tengáis vuestros ratitos de intimidad, pero que pusierais cortinas en el salón, eso sí que no. No, por ahí no paso. ¿Qué voy a hacer yo ahora, eh? A ver si es que me voy a tener que conformar con ver el atardecer y ya. Eso lo puedo hacer desde cualquier otro lugar, pero en mi casa, pues es mucho mejor estar controlando qué hacéis o qué dejáis de hacer. Es que está muy bien pensar en uno mismo, pero no hay que ser tan egoísta. ¡Que es que además, lleváis dos semanas que no levantáis las cortinas ni un milímetro! Y yo estoy ya que me subo por las paredes sin saber nada de vosotros.
En definitiva, os ruego encarecidamente que reconsideréis vuestra posición de ocultarme el salón por el bien de la comunidad. De lo contrario, que caiga sobre vuestra conciencia el peso de mi delirio.
Atentamente,
Yo.
(A ver si os pensabais que no os la tenía guardada: si a vosotros no se os ha ocurrido presentaros aún formalmente después de año y medio de convivencia, no voy a ser yo quien os diga mi nombre).
No hay comentarios:
Publicar un comentario