sábado, 3 de agosto de 2024

Un tipo corriente - 2/2

Regresa a la Parte 1

Su obsesión por tener algo que contar de su vida más allá de que todo le iba bien, creció tras disfrutar de su etapa universitaria: daba igual cómo de nervioso hiciera las entrevistas, lograba el trabajo; daba igual que la empresa cerrara, al día siguiente tenía una nueva oferta. Pero es que además, era feliz con su novia del instituto y no tardaron en independizarse y en conseguir, ademas, un buen piso a un precio razonable, tras lo cual llegó, por supuesto, un preciosa boda y dos retoños: el niño y la niña perfectamente sanos.

No había forma: la felicidad acababa por colmar, de unas formas o de otras, sus mañanas, sus atardeceres y hasta sus fines de semana. Pero si hasta hubo una temporada en que confió en que la desesperación acabara por llevarle a un estado de ansiedad tan grave que se viera avocado a dinamitarlo todo y acabar viviendo bajo un puente.

Ya de adulto, se planteó robar en grandes tiendas y en pequeños comercios, se había incluso presentado en comisaría con intención de declarse culpable de un asesinato que era mentira, para que, al menos, le multaran por falso testimonio; pero es que cuando lo iba a intentar, sucedía algo muy grande a su alrededor que le impedía empezar su plan malvado diseñado exclusivamente para acabar con su buena suerte.

¡Ni siquiera podía decir que había sido testigo, mucho menos víctima, de un terremoto o de un atentado! Tal era su enfado, que su pensamiento trataba de enredarse en esas crudas situaciones. Pero eran sentimientos de un par de segundos, enseguida regresaba su buen humor.

Se llegó a plantear incluso que fuera un extraterrestre sobre el que no funcionaban de igual manera las normas emocionales, o que fuera un ser mágico protegido por centenares de ángeles de la guarda. Le gustaba esa posibilidad y de vez en cuando creía ver  pequeños destellos sobre sus brazos. Claro que no descartaba estar empezando a tener problemas mentales.

Y entonces se reencontró con aquel chaval del campamento que le auguró una mala vida siendo tan perfecto. El chico desde luego que no había crecido en un entorno saludable y tenía bastante mala suerte, pero tampoco había tomado buenas decisiones y su actitud frente a cualquier acontecimiento, era siempre derrotista. Fue ese simple golpe de realidad el que le hizo olvidar su desesperación y sonreírle, por supuesto, al echo de ser un tipo corriente. Completamente normal.

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