sábado, 31 de diciembre de 2016

Culebrilla

El viento removía su pelo canoso. Caminaba sonriente con los ojos muy abiertos. Marga estaba convencida de que aquello era un juego más de su nieto, y esta vez lo pillaría con las manos en la masa.

-¡Pero qué monada de culebrilla! Si ni siquiera parece de plástico. Este niño... Oye, pero ¡qué bien se mueve!... Cielo santo y ¡qué realismo! A ver su lengua.

Marga lo atrapó y con las dos manos le estrujó la cabeza.

-¡Uy, pero si se cabrea y todo! Hay que ver la tecnología de ahora. Eh, pero no me muerdas. Aaaa...

Dejó que se escapara. De su muñeca comenzaron a salir gotas de sangre. Marga entrecerró los ojos remarcando sus arrugas faciales. Poco a poco le iba costando más enfocar los arbolitos. Se sentó lentamente en el suelo mientras su respiración se aceleraba. Alzó la vista al cielo y perdió la conciencia.

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Síndrome de Alicia en el país de las maravillas: trastorno neurológico por el que los objetos se ven más pequeños.

13-12-2016

martes, 13 de diciembre de 2016

Lo que no te mata te hace más fuerte

Hay ocasiones en que dejas que la vida te lleve, todo te da igual salvo que las horas pasen rápidas. Algunos lo llaman desánimo, otros depresión. Yo no tengo claro cómo nombrarlo, pero creo que eso es lo de menos. Hay nubes oscuras y se desconoce por dónde sale el sol.

Ya he hablado de la falta de interés de mis compañeros de universidad. Cuando te piensas que ya no te pueden sorprender más, que a veces también se merecen un voto de confianza, que ya les has abroncado lo suficiente, ellos deciden tirar tu confianza por la borda y lograr que si un trabajo ya iba mal o directamente no iba, todo sea aún peor.

En otras circunstancias, como parte de otro lunes insufrible, habría vuelto cabreada a casa mientras pensaba soluciones para los problemas "del equipo", a la vez que ellos se lamentan y se quedan de brazos cruzados.

Y sin embargo desde que ha comenzado la semana no puedo más que sonreír por la cercanía de mi 20 de diciembre, y por la noche soñar despierta, algo que llevaba semanas sin hacer por simple y llana desgana. Entonces encontré mi mejor solución. Ya iba siendo hora de aprender la lección.

martes, 29 de noviembre de 2016

Claroscuros

Los primeros copos de nieve caían sobre la ciudad. Entre las calles embarradas un joven arrastraba los zapatos con la cabeza bien alta. Los pies comenzaban a dolerle mientras su cara perseguía la indiferencia.

El parque estaba vacío y el trinar de los pájaros no era más que un eco lejano de la naturaleza. El silencio reinaba y la calma lo amordazaba.

Eligió el segundo banco de madera. Allí soplaba menos el viento. Podría ser su nuevo hogar. Se sentó con la mirada perdida. Sus manos tocaron un trozo de tela. Lo observó pensativo. Ahora le pertenecía. Estaba dentro de su casa. Se puso la bufanda y cerró los ojos.

Silencio. Pasos. Silencio. Carraspeo.

-¿Sir Albert?
-Aah - parpadeó.
-Soy el Duque de Mestranza. Mantuvimos correspondencia, ¿lo recuerda?
-Supongo - pronunció lentamente.
-Me sorprendió su telegrama. No pensé que necesitara el dinero tan pronto. Pero no se preocupe. Aquí le traigo el pagaré.
-Claro - tardó en reaccionar - ¿Cómo me has reconocido?
-La bufanda. Me habló de ella en las primeras cartas. Ese color, ese color tan vivo,... y sus iniciales.
-Sí, sí, claro.

El joven acarició el fino hilo que conformaba la letra A. La nieve dejó de caer y el cielo se tornó gris. A lo lejos, la ciudad latía. Motores y gritos atormentaban al silencio.

-Sir Albert - pensó - Suena bien. Muy bien.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Y no puedo más que suspirar en mi particular cautiverio

El corazón se aceleró y mis ojos brillaban como pocas veces. Fue tan especial que aún hoy se me encoje el alma.

Hace unas semanas acudí a la Residencia de Estudiantes de Madrid, aquella en la que grandes como Severo Ochoa o Luis Buñuel. Esa tarde programaban Leyendo a Lorca, una lectura dramatizada. Mi acercamiento a este autor es muy escaso, tan sólo leí Bodas de Sangre (1933) y reconozco que no me enteré de mucho, menos mal que todo lo solucionó La novia (Paula Ortiz, 2015).

La cuestión, que iba un poco sin saber qué encontraría, y por poco me quedo sin saberlo. Estaba abarrotado. Me tocó al final del todo en unos sofás bajos desde el que no podía ver a la protagonista, Irene Escolar.

Aquello comenzó y mis sentidos despertaron de su letargo. Me quedé de pie y fui incapaz de sentarme. No hacía falta más que escucharla, pero de verdad que la intensidad sobre el escenario merecía ser contemplada. En cada silencio la estancia seguía bañada en poesía. El público (1930) que cuando lo vi en teatro apenas logré seguirla, cobró vida aquella noche, porque ella transmitía tanto y él escribía tan bien.

Sólo son palabras, pero tan bien hiladas, tan bien pronunciadas, con tanta intensidad y emoción, que pese a que mi pies llegaron cansados, todo quedó en un segundo plano y permanecí inmóvil contemplando a una verdadera artista que emanaba verdad en la mirada.

Y ese 21 de octubre volví a SENTIR. Y me temo que por mucho que escriba, no seré capaz de transmitir la realidad porque su fuerza era tan grande... que me siento pequeña. En mi embriaguez, los silencios pasaron a ser huecos, y me asustaban porque llenaban mi pecho de ardiente vida.

Es la segunda vez que me pasa esto. Todo comenzó con Lluvia Constante (Keith Huff,versión de David Serrano, 2014), cuando con los aplausos se me formó un nudo en el estómago y mis piernas comenzaron a temblar. La trama, la escenografía, los actores y su interpretación,... era todo asombroso, y, aun así, había algo superior que rompía mis esquemas y no me permitía más que suspirar. Y cuando pasa esto... es que... es tan asombroso, que siento no saber expresarlo.

En mi regreso a la civilización quise que mis sentidos se apagaran ante la debilidad de la ciudad. Creo que si no hubiese sido por el rugir de los motores que cruzaban ante mis ojos, no hubiera sido capaz de volver a la realidad, porque lo que había sentido era tan intenso, tan hermoso...

En un par de semanas volveré a verla, esta vez en el Teatro Pavón Kamikaze, y pese a ser consciente de que no será lo mismo, que ahora sé a lo que voy, sueño con volver a vivirlo.

Concluyo con unos versos (o un intento) que se me ocurrieron nada más salir.

Él que suena por su boca
y brilla en su mirada.
Poeta, artista
dictador de sentimiento.
Actriz, artista
provocadora de los sentidos.

Hoy, que el bullicio de la ciudad
me resulta atronador,
miro el agua, las flores,...
y sólo escucho a Lorca
en voz de Irene Escolar.

P.D.: Vayan a verla si tienen la oportunidad. Dudo que pueda defraudarles.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Noche para la furia

Estoy furiosa, tan furiosa que ni soy capaz de que salgan las lágrimas, ni de que mis labios pronuncien palabra alguna sin vomitar veneno pese a tratar de ser sincera.

Parece ser que querer hacer las cosas bien a la tercera es de ser perfecta, que hay que repetir seis tomas por la incompetencia y falta de profesionalidad independientemente de tus planes personales. ¡O no! Porque si tu vida pasa por salir los fines de semana a emborracharte, no pasa nada, se deja el trabajo para un día de diario, que no hay nada que hacer. Y entonces mi sangre comienza a hervir, porque claro, una que es rara, prefiere tomar clases extraescolares a diario, y en los fines de semana divertirme un rato y dedicarle un tiempo a los estudios. Creo que no se lleva hacer bien las tareas de la universidad y disfrutarlo, aunque sean las prácticas de tu futuro trabajo. Pero cuidado, ¡porque eso es ser perfecta!

Siento furia porque una de mis proyectos personales verá la luz muy pronto (y se me ilumina el rostro de orgullo sin poder evitarlo) y no puedo hacer un mísero comentario, porque claro, hago “me meto en demasiados embolados por mi propia cuenta” y debería aprovechar las horas de reunión de los trabajos para comentar el estado de la discoteca famosa que por supuesto no he visitado nunca.

Mis dientes comienzan a rechinar cuando escucho las quejas de quien protesta porque al haber hecho el trabajo en una sola tarde se merece mejor nota que otra que lleva dos semanas trabajando en él, y con toda la indignación del mundo le suplicara al profesor (que por lo visto se ha vuelto de lo más exigente y antipático) que te suba la nota porque te lo mereces.

Soy incapaz de que la calma y la paciencia se vuelvan a apoderar de mí porque el dichoso móvil (que me temo que hoy se suicida sin que pueda detenerle) no deja de vibrar a causa de la famosa mensajería instantánea. Al parecer ahora urge terminar la práctica. ¡Lástima que hoy la más que cronometrada clase de doblaje dure una hora más…! Lo del móvil ya lo trataré otro día en que la bilis bañe mis pensamientos. El asunto móvil es incapaz de no sacarme de mis casillas.

Bien, pues creo que ya he tenido suficiente y que pese a todo, me recuperaré como vengo haciendo a lo largo de la última semana. Es lo que toca. Solo me avergüenza la fuerza con que he tratado al teclado de mi ordenador, que no ha sido más que testigo de mi urgencia viperina. Siento si he sido ambigua, repetitiva y poco concreta; entiendan que no lo podía evitar.

Oh, y Sara, recuerda que no puedes quejarte porque eres perfecta, y eso corrompería tu brillante historial.


PD: Cuidado con los proyectos personales que os roban tiempo de estar a la moda. Yo por mi parte seguiré escribiendo orgullosa y procurando dejar la ironía en este post. Otro noche de furia me tocará hablar de cine… o de la ira de ciertas tardes.

martes, 1 de noviembre de 2016

19:37 - La hora del cotilleo

Los apuntes descansan sobre el escritorio en lo que parece que será una tarde lo más soporífera. En mi aturdimiento de fechas, cineastas y sus correspondientes películas, voces de gallinero atraen mi atención. Un grupo de vecinos reunidos junto al portal, tienen cara de extrema preocupación. La madre señala hacia arriba con gesto amenazador. Me preocupo y pienso que a lo mejor intenta saltar desde la venta,... o ¿un gato? (aunque creo que no tienen). Casualmente baja la vecina del segundo a pasear a los perros,... dos horas antes de lo habitual. La madre llama su atención. Ahora comprendo que señala a una compacta masa negra por debajo de una ventana, alrededor de la que sobrevuelan pequeños puntos alados.

La del tercero corre la cortina y se acerca peligrosamente a la ventana, pero aún no se atreve a abrirla; y la del primero llega en el momento más oportuno olisqueando el cotilleo. La cara de vergüenza del hijo es un auténtico poema.

Sintiéndome parte de ese cuadro de marujeo, centro mi mirada en la naturaleza enlatada de la plaza. El jardinero está arreglando la verja para que el escuálido arbusto no moleste demasiado a la tecnológica población. Más allá unos obreros reducen la tierra de un árbol, cubriendo el suelo con unos horrendos adoquines.

Cojo el boli para continuar pasando apuntes, pero de nuevo mi atención se queda más allá de la ventana. La del segundo se aleja con sus perritos sin volver la vista atrás y la del tercero ha bajado hasta la persiana. No queda nadie en el portal.

20:37 - La colmena sigue allí arriba, pero se ha acabado la hora del cotilleo.

8-10-2016

domingo, 9 de octubre de 2016

Recordar

Etérea y apasionada como el recuerdo de una lejana melodía. Y sin embargo, estaba allí y era real. Habían pasado treinta y siete años desde que decidiera olvidarme de aquel estúpido mundo mágico. Pero me gustaba tanto soñar, que pese al tiempo, nada parecía haber cambiado. Me sonreía con la mirada batiendo sus alas, y yo, embelesada, supe que jamás podría abandonarla de nuevo.

4-10-2016

jueves, 8 de septiembre de 2016

Una gota de ansiedad

Arrastraba sus pies descalzos sintiendo el frío de la cueva. Se movía torpemente en la oscuridad golpeándose contra los obstáculos sin poder evitarlo.

Tiritaba de cansancio... o tal de frío. Ni él lo sabía ya.

Sus tripas habían dejado de rugir, conscientes de que en ese lugar la prioridad era otra. Su lengua era ya una masa seca sin ánimo de volver a la vida. Él mismo se sentía cada vez más tentado en desistir. Pero entonces lo oyó. Era un constante repiqueteo que llegaba casi en un susurro.

En circunstancias normales se habría detenido a pensarlo: siempre hay agua en las cuevas. Aún dudoso de encontrar el origen de aquella fuente de vida, aceleró su paso. Se dejó guiar exclusivamente por sus oídos. Ni instinto ni orientación.

Lo sentía. Lo sentía cada vez más cerca. En la cabeza; le había caído en la cabeza. Respiró. Tuvo la impresión de que los segundos se ralentizaron. Abrió la boca y deseó. Cayó.

Sabía a hierro. No era agua pero no le importaba. Volvió a caer. Lo imaginaba rojo. Ya no le gustó tanto. Otra gota resbalaba, esta vez, lentamente por su mejilla. Se acarició la cara con la mano y acercó su dedo al labio. Su gesto se contrajo repugnado. Ya sabía lo que era.

23-02-2016

Despertar a los sentidos

Daniel gira el volante con suavidad y toma la segunda salida. Quince kilómetros. La siguiente curva le acelera el latido. Desde que tiene uso de razón le sucede lo mismo. "La curva despertador" recuerda que la llamaba su padre. No importaba la duración de la siesta, siempre se despertaba ahí alentado como por un resorte. Doce kilómetros. Kira emite un breve ladrido. Ella también se impacienta. Siete kilómetros. Una sonrisa comienza a dibujarse en su rostro. El móvil vibra. Podría ser su exmujer o el abogado. Lo apaga directamente. Cuatro kilómetros. Pese a tener las ventanas cerradas, Daniel ya siente el olor del trigo recién segado. Ante sus ojos aparece el último pueblo antes de su destino. Reduce la velocidad. La cantina está llena de ancianos. Claro, la hora de la partida. Dos kilómetros. El ciruelo de Doña Angustias está de capa caída. Daniel rememora aquel año en que su pandilla partieron tres ramas queriendo alcanzar los frutos más grandes y jugosos. No `puede evitar la risita nerviosa. Quinientos metros. Contiene la respiración. Por delante, un mes de vacaciones en el pueblo. Suelta el aire despacio. Los últimos metros son los peores. Sonríe. Ya da igual el tiempo.

14-06-2016

viernes, 2 de septiembre de 2016

Advertencia

En mi lucha con la tecnología aún pierdo bastantes batallas. En otras... Menos mal que lo mio es la escritura.

¿Y por qué probar?

Voy a empezar creo que mi cuarto año. Lo he intentado dejar pero no hay terapia que valga. Y eso que no quería apuntarme. ¡Ay, dichoso taller de escritura! Tengo unos compañeros sorprendentes que llenan las tardes de martes con universos donde absolutamente nada es imposible.

¿Y porqué por los ojos?



No es mi principal centro de atención pero no puedo negar que tiene algo que me atrapa. Será por eso que estudio Comunicación Audiovisual. Alemanas, japonesas,... no me importa la nacionalidad, pero presto especial atención a las independientes españolas, ¿será que hacia allí me dirijo?

¿Y por qué sentir?

Algo se removió en mí. Había ojeado aquel tipo de folleto docenas de veces. Y siempre terminaba archivándolo en la p... de papelera. Sin embargo aquella vez... La elegida fue Otelo (dir. Eduardo Vasco). Al principio no me enteraba de nada, pero... una frase, un movimiento, un efecto de luz,... poco a poco empecé a sentir... y a respirar la pureza del arte. El teatro había llamado a mi puerta y no pude resistirme a conducirlo hasta el fondo de mis entrañas.

¿Y para qué vivir?



De pequeña odiaba la lectura. Según dicen me cogía unos berrinches tremendos. Yo no lo recuerdo. Pero el tiempo pasó y me enamoré de la escritura. Supongo que tarde o temprano me gustaría leer. Ahora me regañan por comprar libros... que ya no caben en la estanterías...

¿Y por qué regaladora de cuentos?




Ella tenía miedo y con mi fantasía quise ayudarla. No sé si lo lograría, pero fue el nacimiento de mi primer cuento y mi entusiasmo por regalarlos. La emoción que siento con cada entrega es mucho más que un motor de vida. Y todo gracias a mi valiente Elenita.

¿Y por qué papel y lápiz?

Por mucho tiempo lo evité. Menos mal que apareció Ana para abrirme los ojos. La insistencia de mi padre no fue suficiente.

Comencé en un tedioso verano que al final no lo sería tanto. Maravillosas tardes de escritura entre sueños e ilusiones. Y entonces no lo pude abandonar. El lápiz se convirtió en mi mejor arma; y el papel, en el más fiel de mis aliados.