domingo, 29 de enero de 2023

Sostenerse

Sin cuerda, ni arnés, ni red. Sin aire, ni viento, ni varita mágica. Sin aliento, ni voz, ni palabras. Sin sed, ni locura, ni vértigo. Sin hambre, ni preguntas, ni descanso. Sin suspiros, ni carcajadas. Sin tormentas, ni mar revuelta. Sin un aroma conocido, ni un abrazo de cariño. Sin súplicas ni agradecimientos. Sin secretos, ni sorpresas. Sin noches en vela ni madrugadas lentas. Sin susurros en la distancia. Sin un abrigo cuando se oculta el sol. Sin tiempo que congelar en el recuerdo. Sin la arena sobre la que se posan los pies descalzos.

Con cabeza. Con un cosquilleo constante por descubrir nuevos horizontes. Con alma.

miércoles, 25 de enero de 2023

Las otras familias

Una joven deja a su bebé junto a una caja de bebés, esas en las que abandonarlos de forma anónima. Lo deja fuera con una nota asegurando que volverá a por él. Lo que no suele suceder. Una detective lo mete dentro y sigue observando desde la distancia. El trabajador Dong-Soo se lleva al bebé, junto a su amigo Sang-Hyun van a venderlo a una pareja. Entonces la madre regresa y descubre que su niño no está en el centro. Descubierto Dong-Soo, no le queda más remedio que contarle la realidad y así emprenden un viaje en busca de los mejores padres para el bebé, y donde la inspectora les sigue de cerca porque necesita pillarlos con las manos en la masa (esto a grandes rasgos porque absolutamente todos los personajes tienen su propia subtrama).

Cuando se piensa en el cine (en general) se le suele dar más importancia a la imagen que al sonido (como en la vida real), y sin embargo este último es un gran recurso. Aquí se empieza escuchando la lluvia y al rato podemos ver cómo llueve sobre la ciudad. Es un punto a favor de la película y un comienzo atractivo. En cambio se acude excesivamente a la música extradiegética para ensalzar momentos que ya tienen de por sí la suficiente carga emotiva.

Siguiendo la estela de Un asunto de familia, Kore-eda (y mucho del cine actual) recurre al concepto de familia disfuncional y lo hace con una ternura asombrosa (las dos escenas de la noria o varios momentos de habitaciones de hotel, son tremendamente delicadas en este sentido). En cuanto a trama, es verdad que hay giros interesantes, pero por lo general, planta demasiadas semillas sobre lo que les va a suceder a los personajes posteriormente.

A nivel de estructura va planteando nuevos personajes y sus conflictos con la suficiente cadencia como para que se comprenda todo, pero está excesivamente estructurado. Los personajes resultan muy atractivos por sus subtramas, abiertas inteligentemente, pero demasiadas y se hace larga; no se trata de una cuestión de duración si no de concrección (que sí, todos esos apartes están relacionados con el mismo tema pero al final de lo que trata el film es de una trama principal, es casi como si no terminara de decidirse por qué historia contar).

En conclusión, Broker es una película que cumple y satisface los objetivos temáticos pero en un envoltorio mejorable.

viernes, 20 de enero de 2023

Plaza de España

Básicamente, lo que viene siendo no hacer ni puto caso.

Él: camisa azul de cuadros con los dos botones del cuellos desabrochados. Pantalón con la raya perfectamente planchada. Perfumado. Muy perfumado. Cuatro pelos cuidadosamente peinados y caóticamente revueltos por el viento. Aspecto jovial y mirada desgastada. Sobrepasando los cincuenta. Con muleta. Sentado de lado, con medio culo fuera del banco. Español. Claramente español.

Ella: en chándal. Pantalón de una marca y chaqueta de otra. Con la coleta recogiendo tantos pelos como los que quedan libres. Tumbada con las rodillas flexionadas. Aspecto cansado pero risueño. Una mezcla de olores. Reconocibles. No desagradables. Ninguno especialmente destacable. Rozando la treintena. Extranjera. Puede que alemana. Tal vez nórdica.

Él habla. Se dirige claramente a ella. Cambia de un tema a otro casi sin que se note. Cada cinco o seis frases mete un "¿Sabes lo que quiero decir?". Retórico, por supuesto. Se toma unos segundos para respirar entre algunas palabras pero sin que termine de llegar el silencio.

Ella escucha. Claramente le presta atención a él. Asiente alguna vez pero no levanta la mirada del móvil. Teclea. Suspira. Cada cinco o seis frases se lleva la mano a la oreja como para comprobar que no lleva pendientes. Parece disgustada. Tal vez enfadada. ¿Preocupada? Molesta. Muy cansada.

Él se acerca a ella arrastrando el culo por el banco. No se da cuenta de que su muleta resbala y cae al suelo. Ella sigue sus movimientos con cautela pero no se mueve. El hombre le ata los cordones de las deportivas. Con extrema delicadeza. Sin dejar de parlotear.

Ella se relaja. Las lleva siempre desatadas. Su padre se las anudaba demasiado fuerte cuando era pequeña y, desde que puede hacerlo por ella misma, no se las abrocha pero tampoco quita el cordón. Levanta la mirada del móvil y le dedica una sonrisa. Sincera. Tierna.

Él vuelve a su posición y es consciente de que la muleta besa el suelo. Intenta alcanzarla. No puede. Le cuenta que él nunca ha sido una persona ágil y nunca le ha importado, pero que últimamente parece que le da un poco de pena su estado físico. No cree que pueda ponerle remedio ya, es tarde para él.

Ella se levanta y recoge la muleta. Se la entrega acariciándole la mano y mirándole a los ojos. Le susurra un "Hasta pronto" y se va.

Él permanece en silencio.

El sol calienta el hueco del banco que ella ha dejado libre.

lunes, 16 de enero de 2023

El monstruo, el disfraz y el humano

Julián es un creador de monstruos de videojuego con un oscuro secreto. Un día conoce a Diana, una joven que vive la vida (y la cultura) y enseguida conectan. Julián siente que por fin puede ser feliz hasta que se descubre su secreto y su monstruo interior termina de dominarle.

Mantícora. Muy acertado el título. Fotografía no especialmente llamativa. Gran cuidado del sonido, de los silencios y la música.

Los personajes, completamente tridimensionales, tienen una construcción muy detallada y sus intérpretes lo bordan, por un lado Nacho Sánchez consigue generar por igual empatía y rechazo, fragilidad y confusión; y por otro Zoe Stein (que no me solía transmitir nada en sus trabajos previos) dota de gran naturalidad y delicadeza a Diana.

Definido como cine de terror, profundiza desde la fantasía y el misterior en temas tan potentes como los ataques de ansiedad. Habla de salud mental y de pedir ayuda, de moralidad y de humanidad, el deseo y lo imaginario, la soledad y la familia. Lo mejor es que lo hace sin llegar a mencionar los términos como tal, sino sugiriéndolo todo como hacemos en la vida real.

A nivel argumental es interesante esa presencia de el mundo de los videojuegos y de sus trabajadores. Son secuencias no especialmente densas pero a veces pierden ritmo. El final creo que desluce un poco todo lo que plantea en cuanto a conceptos.

Es una película de Carlos Vermut, de eso no hay duda, con su excelencia en los diálogos y el subtexto, la sutileza de ese secreto y el aperturismo con la salud mental, concluyendo la película con muchos temas de los que debatir pero, y quizá muy influenciada aún por la fantasía que me parece Quién te cantará (2018), me falta algo... ¿luz? no se trata de una cuestión de fotografía sino de energía.

jueves, 12 de enero de 2023

¡En esto consiste el cine!

En Close, Léo y Remi son dos niños que se pasan el día juntos, lo que viene siendo: amigos de toda la vida. Comienzan un nuevo curso y ellos se van distanciando hasta que sucede algo que lo cambia todo. Léo tratará de entender lo que ha sucedido acercándose a la madre de Remi, Sophie. Y ésta a él.

Una película brillante (más allá de mi torpe sinopsis).

Desde la delicadeza de cada diálogo y todo lo que cuentan los silencios (por favor qué maravilla de escena en el bosque en la que Sophie abraza a Léo), al cuidado de cada plano (destacaría la escena del coche en que Léo dice apenas tres frases pero lleva media película queriendo decirlas, un momento muy relevante y que, acompañando a las emociones de los personajes, no se cuenta viéndoles la cara de frente si no con la cámara en los asientos traseros, vemos medio rostro y cómo Léo mira de frente sentado en el asiento del copiloto y le cuesta tanto girarse al conductor).

Pasando por la interpretación (que obviamente con niños/adolescentes es siempre más complicada por una cuestión tan sencilla como la falta de experiencia y que aquí resulta muy natural).

Y la construcción de todos los personajes, que si bien habría mucho que decir del protagonista y de todo el juego con la adolescencia (las contradicciones y el subtexto), lo que más me ha sorprendido han sido los secundarios por su desarrollo y crecimiento aunque no aparezcan en pantalla más que unos minutos, como pasa con la ternura del hermano de Léo o el dolor del padre de Remi.

Completándose con un gran tema principal tratado con gran delicadeza, obviando la palabra en sí pero con la inocencia del protagonista (sobre todo en sus preguntas); y otros muchos que le rodean: el amor, la amistad, la salud mental (la importancia de que los personajes lloren y se hable de que llorar también es importante), la familia,…

Sabiendo jugar con el sonido, por ejemplo, a través de ciertos temas musicales que impulsan las emociones sin extenuarlas (porque al final lo importante es que realcen la acción, no que se la coman) o distorsionando el entorno (de nuevo con el objetivo de acompañar lo que le sucede al protagonista).

Y la dirección de Lukas Dhont (ya brillante en su anterior película y ópera prima Girl). Destacar la última escena: como al principio, Léo corre por los campos floridos, ahora solo, y precisamente por eso se detiene y mira atrás, y vuelve a mirar, y luego camina. No es fácil cerrar ciertos viajes y en esta película creo que es redondo en todos los aspectos.

Simplemente espectacular (más allá de mi torpe crítica). Dura y preciosa.

domingo, 8 de enero de 2023

Las tres hermanas

Salvo por sus ropajes cualquiera podría haber dicho que se trataba de una escena de la Inglaterra victoriana. Desde luego que era difícil de creer mientras de fondo se escuchaba el jolgorio de la juventud y la pirotecnia en el inicio de las fiestas del pueblo. Para ellas era otro día más. Las tres hermanas disfrutaban leyendo en el jardín del palacio. Atenea también acudía allí a diario.

Aura, rozando la veintena, estaba sentada con las piernas cruzadas en un banco de priedra sin respaldo. Vestía con una falda larga de vuelo y una camisa color pastel. Adornaba su cuello con un pañuelo de seda rojo y azul. En sus pies, zapatillas de esparto con un poco de tacón, y uñas de las manos perfectamente cortadas pero sin pintar. Tenía el pelo recogido en una coleta a excepción de un mechón que caía sobre su mejilla izquierda. Pasaba las páginas de su novela romántica con extrema delicadeza.

Junto a ella, una cesta de mimbre con los restos del picnic que habían degustado unas horas antes a las afueras del pueblo. Las tres hermanas adoraban comer descalzas en el césped. Atenea odiaba los insectos y el polvo propios de los caminos que llevaban a las eras. Pero aún así las seguía de cerca con un triste bocadillo de salchichón o chorizo.

Gaia, de quince años recién cumplidos, caminaba con paso decidido y sin rumbo fijo. Deportivas blancas con la suela ligeramente desgastada, pantalón vaquero hasta los tobillos y camiseta de rayas verdes y negras. Su pelo suelto, largo, de tirabuzones poco definidos. En su mano izquierda un anillo sencillo con una piedra de ámbar engarzada. Leía rápido y pasaba las páginas todavía más velozmente. Su libro era de ciencia ficción.

Las ardillas saltaban de rama en rama acercándose a curiosear a las tres hermanas. Atenera conseguía con un solo gruñido que ninguna se le acercara en todo el paseo.

Selena apenas alcanzaba los ocho años. Llevaba un delicado vestido floral con varias salpicaduras de barro y una gran marncha de mermelada de arándanos. Permanecía tumbada en la arena. Sus piernas lucían un par de moratones a consecuencia de haber estado trepando por la biblioteca del palacio. Sostenía una edición antigua del Quijote. Reía divertida con algunos párrafos y se mostraba tremendamente concentrada en otros.

Habían estado paseando por el jardín del palacio, entre las estatuas de dioses griegas y romanas que decoraban las innumerables fuentes. Las tres hermanas conocían a la perfección todas las leyendas que hablaban de aquellos seres. Sin embargo, se divertían inventándose otros destinos para sus personajes. Atenea detestaba la humedad constante del jardín y el moho que aparecía cada cierto tiempo en las estatuas, aunque evidentemente no era ella quien tenía que limpiarlas.

Las campanas de la iglesia del pueblo comenzaron a replicar señalando las siete de la tarde. Aura pasó un par de páginas más antes de acabar con el capítulo y guardar el libro en la cesta. Selena suplicó que se quedaran cinco minutitos más mientras que Gaia ponía ya rumbo de vuelta al palacio entre los rosales sin levantar la vista de su novela. Para entonces Atenea ya se encontraba en sus aposentos pero no les había quitado ojo. Era consciente de que las tres hermanas huirían. No le preocupaba que se escaparan por la noche amparadas por la oscuridad. No era su estilo.

Salvo por la mujer que les apuntaba con un rifle desde el balcón del palacio, cualquiera podría haber dicho que se trataba de una entrañable escena familiar.

miércoles, 4 de enero de 2023

Suro: menos es más

Helena e Iván dejan su vida en Barcelona para lanzarse al pueblo. Con un hijo en camino, se instalan en una casa que hay que reformar por completo y un campo de alcornoques de los que no saben nada. Descartada la opción de formar parte de la cooperativa por los dispendios iniciales que supone, deciden contratar a un vecino del pueblo para la pela de los árboles. El hombre se comporta como un cacique y tiene contratados de forma ilegal a un grupo de marroquíes entre los que se encuentra Karim, de apenas 18 años y a quien Helena e Iván acogerán en su casa temporalmente.

En cuanto a trama, se enmarca en la ola de neorrelismo que, más allá de As bestas (que todavía tengo pendiente), tiene como máximos exponente generaciones de directores con óperas primas (aquí Mikel Gurrea) o segundas realizaciones, protagonizadas precisamente en su mayoría también por jóvenes, en un entorno rural y reflejando conflictos sociales. Toca los tres temas por igual y lo hace saltando de uno a otro sin poner hincapié en ninguno pero profundizando en todos bajo otro tema transversal: la idealización de la vida en el pueblo y las dificultades propias de su puesta en práctica. Es una película que habla de la vida lenta y calmada del pueblo (con todos los problemas que también sacuden los núcleos menos poblados) pero se cuenta con tensión y ritmo desde la cotidianeidad de la vida en pareja (cómo les afectan todos estos cambios y cómo se enfrentan a esos problemas).

Cinematográficamente me interesó la luz, quizá no tanto los encuadres, creo que a nivel de fotografía le falta algo. Los movimientos de cámara tienden a ser sutiles y se juega mucho (y bien) con los fueras de foco, pero quizá siendo un largometraje tan de la tierra, le faltó adentrarse un poco más en el bosque; porque sí, hay escenas que acaban con un plano de la copa de los árboles pero no profundiza en ese acercamiento temático que se pretende, es casi como si esos planos fueran la breve mirada que le dedica un urbanita al bosque antes de seguir mirando la pantalla de su móvil (lo cual incluso podría llegar a entenderse desde la perspectiva de los protagonistas en su transposición de los ideales, pero que desde luego no le saca partido al paisaje).

Gran acierto la (prácticamente) ausencia de música, la mayoría de forma diegética y como punto de liberación de los personajes (brillantísima una de las últimas escenas en que la protagonista se rompe, después de haber conseguido transformar la casa en el entorno que arquitectónicamente tenía planeado, se le viene encima toda la culpa por lo acontecido con Karim y cómo se ha perdido su vida en pareja).

La interpretación, insisto, excelente por parte de Vicky Luengo y sin dejar de lado a Pol López e Ilyass El Ouahdani, pasa por la contención y la exaltación cotidianas y, como el propio argumento muestra con la pela de los alcornoques, va quitando capas de los personajes hasta descubrirnos la verdad de cada uno de ellos, lo que hay más allá de la ideales o del afán de buenismo.

Por último, destacar el plano con que acaba la película: la pareja protagonista sentada en el porche en medio de la oscuridad viendo como las llamas queman los campos de sus alcornoques y se acercan a su propia casa. Solo les vemos a ellos, sin música que remarque el drama que se les acerca, en una conversación sencilla y con silencios. Dice tanto de los personajes y de su forma de actuar como lo que hay en subtexto con la llegada del fuego.

En conclusión, es una largometraje de actualidad que aborda muchos temas con gran tensión pero sin subrayar absolutamente nada. Creo que se ha estrenado en un momento complicado, con mucho (y buen) cine español que debe enfrentarse a las vacaciones, los niños y el cine americano. Ojalá no pase inadvertida.

domingo, 1 de enero de 2023

Formas de amor y arte

Está en el aire. Se respira, impregna cada centímetro de las paredes, dibuja una capa de nieve sobre los tejados de una ciudad en la que no nieva. Se palpa. En cada mirada. En cada silencio.

A veces simplemente no está. Se va.

Es un hogar sin espacio físico. Una terraza desde la que contemplar el paisaje y escuchar a los pájaros cantar. Con el sol sonrojando las mejillas y el viento meciendo el cabello. Teletransportarse manteniendo los pies en la tierra.

A veces es tener ese entorno idílico y que no te pertenezca.

Está en el cuerpo. Se cuela por cada poro de la piel. Se diluye en los glóbulos rojos y los leucocitos. Se agarra a las entrañas y no se desprende con los cambios de temperatura.

A veces se evapora. Deja de estar. Sin que se pueda remediar.

Es una caricia sincera que traduce toda una conversación; un susurro cómplice en una tarde cualquiera; ese detalle sin pretensiones, nimio, casi insignificante, que abre puertas y ventanas.

A veces es tener un diamante. Pulirlo. Cuidarlo. Mimarlo. Protegerlo.

Solo algunas veces que suman una fortuna.