lunes, 16 de enero de 2023

El monstruo, el disfraz y el humano

Julián es un creador de monstruos de videojuego con un oscuro secreto. Un día conoce a Diana, una joven que vive la vida (y la cultura) y enseguida conectan. Julián siente que por fin puede ser feliz hasta que se descubre su secreto y su monstruo interior termina de dominarle.

Mantícora. Muy acertado el título. Fotografía no especialmente llamativa. Gran cuidado del sonido, de los silencios y la música.

Los personajes, completamente tridimensionales, tienen una construcción muy detallada y sus intérpretes lo bordan, por un lado Nacho Sánchez consigue generar por igual empatía y rechazo, fragilidad y confusión; y por otro Zoe Stein (que no me solía transmitir nada en sus trabajos previos) dota de gran naturalidad y delicadeza a Diana.

Definido como cine de terror, profundiza desde la fantasía y el misterior en temas tan potentes como los ataques de ansiedad. Habla de salud mental y de pedir ayuda, de moralidad y de humanidad, el deseo y lo imaginario, la soledad y la familia. Lo mejor es que lo hace sin llegar a mencionar los términos como tal, sino sugiriéndolo todo como hacemos en la vida real.

A nivel argumental es interesante esa presencia de el mundo de los videojuegos y de sus trabajadores. Son secuencias no especialmente densas pero a veces pierden ritmo. El final creo que desluce un poco todo lo que plantea en cuanto a conceptos.

Es una película de Carlos Vermut, de eso no hay duda, con su excelencia en los diálogos y el subtexto, la sutileza de ese secreto y el aperturismo con la salud mental, concluyendo la película con muchos temas de los que debatir pero, y quizá muy influenciada aún por la fantasía que me parece Quién te cantará (2018), me falta algo... ¿luz? no se trata de una cuestión de fotografía sino de energía.

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