La voz que sale de una garganta sin cuerdas vocales. Las luces apagadas y el cielo iluminado. El barro. El río adormilado роrquе yа sobrepasó su jornada de trabajo. Algunos árboles complacientes y otras rocas que se escapan. La marea antes de llegar al océano. Los ojos cerrados y el fuege extinto.
Hay un instante en que el corazón se acelera y el estómago se llena de mariposas. Es amor... pero no como piensas. Escribir, leer,... vivir la cultura y no ser capaz de abandonarla. Me encantan las matemáticas pero amo el arte. Me gusta el cine pero amo el teatro. Sueño despierta porque la realidad en ocasiones me aburre. Me llamo Sara y quiero sentir.
domingo, 18 de mayo de 2025
Los ojos cerrados
miércoles, 14 de mayo de 2025
Eclipse lunar
sábado, 10 de mayo de 2025
Eclipse solar
martes, 6 de mayo de 2025
Lo que era nuestro
viernes, 2 de mayo de 2025
Un asidero en el muro de ladrillos
Desde mi ventana puedo ver la cuerda de un tenderete. Es solo una como única fuerza de la estructura. No tiene tensión y es mecida y sacudida por el viento. Con la colada se convierte en un cuerpo inerte; sin ella, es la rama de un árbol que está por caerse.
Desde mi ventana siento el estómago rugir y mis manos temblar. Es solo una llama que se apaga y una bombilla que se enciende. No tiene sentido y aún así La Tierra sigue girando, como puedo seguir caminando pero no soy capaz de alcanzar el rellano de mi portal.
Desde mi ventana veo cables, antenas y las unidades exteriores de los aires acondicionados, se aprecian los canalones atascados y algunas tejas rotas, y más allá, el cielo azul. El cielo y su libertad.
lunes, 28 de abril de 2025
La cita pendiente
En el día en que nos crucemos de nuevo habrá silencio y luego un rio de palabras, estarán mis ojos perdidos porque ya no sabrán cuál es su puerto. En el día del reencuentro sabrá el volcán inactivo que debe permanecer dormido como el corazón seguirá latiendo sin percibir la herida que sangra.
Cuando nos volvamos a ver quizá ya no te recuerde y se me haya vaciado la memoria, sabré que eres tú y a la vez continuaré inerte por mi camino. Cuando nos volvamos a ver puede que el aroma de la sal se haya incrustrado en mis fosas nasales y que mis papilas gustativas hayan olvidado tu nombre.
jueves, 24 de abril de 2025
La puerta abierta - La eterna duda (3d)
Regresa a Algo está pasando.
Enciende la linterna del móvil y se adentra un poco más en el trastero, temerosa de que de pronto se cierre la puerta y se revele el verdadero motivo de que esté abierta. Pero no. Ni la puerta se cierra ni la linterna le sirve para revelar absolutamente nada. Es una estancia oscura y húmeda. Ya está. Sin mayor misterio. ¿Y entonces?.Rocío se siente realmente incómoda. Revisa la estancia con extrema atención. Se le ocurre que a lo mejor hay algún huequecillo por el que se generen corrientes de aire y a lo mejor… No tiene mucho sentido pero…¿Y un ratoncillo? Le daría profundo pavor pero al menos sería una explicación medianamente lógica. ¿Debía correr al supermercado a por varios botes de raticida?.
Pasa lo que le queda de tarde y parte de la noche revisando el trastero y con el constante pensamiento de no estar viendo algo que tiene delante de sus ojos. ¿Un alienígena invisible?.
Se acuesta a las tres de la mañana y se despierta sobresaltada varias veces. La puerta sigue cerrada. Va a trabajar con profundas ojeras y dudando hasta de su sombra. Por primera vez en su vida y consciente de que no puede servir de precedente, hace varias horas extra sin que le suponga ningún problema. Es más, decide cenar en un bar cutre que, ante todo, la obliga a llegar a casa cerca de las once de la noche.
Lo revisa nuevamente sin llegar a ninguna nueva conclusión. Llama incluso a un amigo asegurándole que tiene cucarachas y vacían todo el trastero en busca del mínimo resquicio que así lo evidencie. Otra tarde se la pasa recorriendo cada tablilla de la habitación confiando en que haya alguna suelta que pueda estar forzando algún cambio de presión en el suelo y la posterior apertura de la puerta. Tampoco se produce.
Se rinde e incluso le resta importancia. Y a la mañana siguiente sucede de nuevo. Esta vez con ella misma durmiendo a unos metros. Repite el proceso como se repite su nula explicación. Pasa a sucederla de forma relativamente regular, sin un patrón concreto temporal pero sí con cierta frecuencia. Nunca llega a averiguar por qué sucede, pero esa duda la carcome, la revuelve y la lleva a mudarse a otro barrio.
domingo, 20 de abril de 2025
La parte cóncava de los últimos meses
Un movimiento que se repite. Parece casual. Es mecánico. La respiración puesta en pausa. Parece forzado. Está flotando. Los huesos manejados por la inercia y los músculos atrofiados. El día de mañana. El día de después. La mirada sobre el horizonte y los pies sobre el ayer.
Una pataleta. Una soga. Un mordisco. El océano que solo está en la memoria. Una zanja. Un acueducto. Un precipicio. Algunas noches de insomnio y otras que se esfuman por el vórtice del cansancio. Una laguna. Un conjunto de lagunas no son lagos.
Siento una piedra angular entre el calcetin y la deportiva. Me lo quito y lo sacudo. Me calzo de nuevo. Ahí sigue. Lo ignoro. Ahora no está. Ahora se ha cambiado de pie.
A veces encuentro a la luna entre las luces de la ciudad. La contemplo pero ya no me da paz. Está ahí porque es parte de la bóveda celeste pero yo ya no pertenezco a su cuadro, la miro de pasada entre el resto de pinturas que conforman el museo de la capital.
Una almohada sin funda. Una cama sin colchón. La duda sobre la mesilla. La ausencia de respuestas sobre la lámpara de noche. Un conjunto de metáforas para un suspiro sin aliento.
domingo, 23 de febrero de 2025
La puerta abierta - Un golpe en la cabeza (3a)
No puede evitar reirse histriónicamente ante lo que se encuentra delante de sus ojos. En aquella estancia oscura y húmeda hay cientos de luciérnagas brillando intensamente y un pequeño ser alado sentado de espaldas. Debe estar aún dormida o haberse dado un buen golpe según ha entrado en casa, pero desde luego que algo no anda bien por su cabeza.
El escándalo de sus carcajadas asusta a las luciérnagas que se arremolinan al fondo del trastero y dejan de emitir luz. El ser alado, en cambio, se pone de pie y se gira hacia ella con determinación. Tiene la estatura de un niño de poco más de un año aunque sus facciones son más bien las de un anciano; se mantiene erguido, y Roció puede observar cómo las arrugas pueblan su rostro y su expresión es seria.
Con la mano izquierda se pellizca primero el antebrazo derecho y luego la mejilla. Claramente está despierta. Dejar de reir de golpe, empieza a no gustarle la situación. Rocío siente cómo su corazón comienza a acelerarse y su respiración se va agitando.
El… ¿hado? no aparta la mirada de ella pero ha empezado a agitar suavemente sus alas mientras que ha extendido el pie derecho hacia atrás retirando aún más de la vista de la joven una pequeña bolsa de tela. A Rocío no le queda claro si su mirada es solo de curiosidad o hay algo más. Pero no tiene intención de quedarse a averiguarlo.
La muchacha se gira bruscamente y cierra de un portazo de un trastero. Atraviesa corriendo la habitación y continúa por el pasillo. No tiene ningún plan pero correr ya le parece la mejor de las ideas.
Para cuando alcanza el picaporte de la puerta de su piso, se encuentra con el hombre alado rodeado de luciérnagas junto a ella.
Próximamente continúa con "El mundo de las pesadillas"
Próximamente continúa con "El mundo de los sueños"
miércoles, 19 de febrero de 2025
La puerta abierta - Responsabilidad del arrendatario (3B)
¿Como no iba tener frío si hay un agujero de varios centímetros en el techo? Se siente un poco decepcionada. Tanto misterio para algo así de simple. Guarda el teléfono en el bolsillo del pantalón. Si bien es cierto que Rocío viene sintiendo que este invierno está haciendo más frío en la casa, no se imaginaba que ese fuera el origen. Se siene un poco estúpida. No, muy estúpida.
A modo provisional, pone un par de cartones de leche con un poco de cinta aislante, cutre pero temporal, y deja varias bolsas de plástico en el suelo. Cierra la puerta del trastero y regresa al salón. Llama a su casero. Nunca antes le ha llamado, llegó al piso a través de una plataforma online y sólo se vieron diez minutos cuando lo visitó la primera vez y otros tantos para firmar el contrato de alquiler. Después no ha tenido ningún tipo de problema, paga en los tiempos establecidos y ya.
El hombre contesta borde: debería saber que eso es problema del arrendatario, o lo que es lo mismo, suyo, que así está en el contrato y que no le moleste con chiquilladas. Rocío argumenta que es una cuestión estructural y que podría haber estado ya así cuando ella se mudó o que quizá en alguna de las veces que habían estado los albañiles cambiando tejas, hubieran “olvidado” aquel estropicio. Lo cierto es que por más que lo intenta, no logra convencerle.
Disgustada, enfurecida y cansada, se mete en la ducha y se promete llamar a un especialista (sea quien sea porque lo cierto es que tampoco tiene claro a quien llamar) en cuanto se ponga el pijama. Pero media adormecida tras el agua caliente, considera que es demasiado tarde para llamarle y que, a fin de cuentas, a saber cuánto tiempo lleva con ello así, por un día más no pasará nada.
Se olvidará por completo del agujero tres meses después.
Solo al año siguiente, cuando encuentre el que será el trabajo de su vida y se mude al otro lado del planeta, volverá a entrar en el trastero; le dará bastante asco la humedad, pero retirará con unos guantes los plásticos y los cartones mugrosos y medio deshechos. El agujero será más grande y visible. No teniendo un depósito de alquiler (por otro tipo de irregularidades varias sobre las que Rocío no quiso investigar por interés propio) y pillando al casero disfrutando de las vacaciones en Las Maldivas, Rocío le dejará aquel regalito y las llaves dentro del buzón tal.
sábado, 15 de febrero de 2025
Texto, texto y texto
La semana pasada estuve viendo "Los gigantes de la montaña", una pieza de AlmaViva Teatro partiendo de la obra homónima de Luigi Pirandello. A excepción de la escenografía, ni lo entendí, ni lo disfruté.
En primer lugar, mientras está pasando público, con cierta "sutileza" los actores se pasean tomando o recolocando el atrezzo. La idea puede ser interesante si está bien ejecutada, pero cuando ves al actor tomando un paraguas observándolo y devolviéndolo al mismo lugar, llega el siguiente y hace poco más pero cumpliendo con su "presencia" de actor, no tiene ningún sentido.
En cuanto al texto, recuerda en ciertos aspectos a "Seis personajes en busca de autor" del mismo dramaturgo, y de la misma manera que me pasó con esto, aprecio buenas ideas pero no una buena dramaturgia; se me hace densa en su metanarrativa y, en la versión escénica concretamente, con un diálogo constante que aturrulla los oídos. Quiero decir, a veces es interesante cómo juega con la polifonía de los distintos personajes, pero ante todo, no hay silencios, no hay apenas pausas, y eso, al menos bajo mi punto de vista, cansa.
A nivel interpretativo descubrí un par de caras nuevas, que no jóvenes, y eso siempre es reseñable. Apreció, en todos ellos, eso sí, el trabajo con el cuerpo y la dificultad añadida en el hall del teatro, de estar iluminando a los compañeros con una linterna. Entiéndase que habían instalado focos, pero igualmente se recurría a las linternas a modo de puntuales. De nuevo, creo que una idea interesante pero no considero personalmente que tan bien ejecutada, sobre todo por la cantidad de veces que la luz enfocaba al público.
La iluminación en ese primer espacio me defraudó notablemente, cuando pasaron a la sala convencional sí había un diseño potente, pero como para no lograrlo con tantísimos focos.
El punto a favor estuvo para mí en la escenografía, pocas veces me habrá sucedido esto pero fue lo que más me atrajo de la propuesta. En el primer espacio había una serie de espejos de superficie algo difusa rodeando una columna, y por delante unas prácticas cajas de las que sacar vestuario y utilería varia; sencillo y poético. En el segundo, nos encontramos con todo un frente de ropa blanca colgada en sus perchas y apenas tres sillas. De nuevo, sencillo pero poético.
En definitiva, lo sentí como un batiburrillo de elementos interesantes por separado que al juntarse caen en picado.
martes, 11 de febrero de 2025
La puerta abierta - Algo está pasando - 2
Rocío suspira lentamente y avanza hasta situarse a esos centímetros. Le da la sensación de que hay algo de luz en el interior. No sabe cómo pero está prácticamente convencida.
Y se escucha algo. Es una especie de… ¿susurro? No es capaz de identificar ninguna palabra… ¿Un silbido? ¿La madera crujiendo? Es débil en cuanto a volúmen pero grave. Siente frío. A lo mejor es solo fruto del miedo y la temperatura realmente no es más baja de lo normal, pero no puede asegurarlo.
¿Debería gritar? ¿Debería salir corriendo, ponerse a salvo y, solo entonces, llamar a la policía? ¿Debería dejarse de tanta tontería y abrir la puerta? ¿Qué es lo peor que puede pasarla?
Rocío sostiene con la mano izquierda su móvil y con la derecha toma el pomo. La puerta chirría al tirar de ella. Rocío se asoma al interior del trastero.
Próximamente continúa con Un golpe en la cabeza
Continúa con Responsabilidad del arrendatario
Próximamente continúa con De carne y hueso
Continúa con La eterna duda
Próximamente continúa con El ex
viernes, 7 de febrero de 2025
La puerta abierta - Algo no está bien - 1
Rocío lleva cinco años viviendo en el piso. Justo cinco. Cinco años con sus siete trabajos de mierda, dos normalitos y uno prometedor pero de escaso rédito económico, un novio formal y un par de ligues de una noche. Es su pequeño palacio de cristal y su selva impenetrable. Porque le encanta la calma que se respira aunque lo cierto es que hay semanas en que apenas la pisa más que para dormir.
Cómodo, espacioso y céntrico. Simplemente perfecto. A veces un poco solitario. Le gustaría colgar de una vez los cuadros que le regalaron sus padres cuando se mudó por primera vez, y las pinturas que ha ido creando y que sin duda la representan… pero no tanto. Le gustaría comprar algún mueble más para que no esté todo amontado, pero ya si eso otro día.
Ha llegado a casa hace quince minutos. Ha soltado el abrigo sobre el sofá, se ha preparado un té y se ha sentado en una silla de la cocina. Está cansada. Ha sido su primer día como responsable de marketing y redes sociales de un mercadillo navideño que abrirán próximamente. Todavía no tiene claro si encajará en la categoría de trabajo de mierda o en la de normalito; el sueldo está bien y los compañeros parecen majetes, pero el primer día no cuenta, lo tiene comprobadísimo. En cualquier caso, serán solo unas semanas.
Sorbe un poco de té y se pone en pie. Comprueba el frutero. Que no, no es eso. Hace más frio de lo habitual. ¿Lo hace?. Se pasea entre la cocina y el salón. Va al baño. Comprueba que el pestillo de la puerta de la calle está cerrado. Se descalza, deja las botas en mitad del pasillo y se pone las zapatillas de estar por casa. No está a gusto. Por un momento piensa que su cabeza se ha sumido inconsciente en un giro emocional y debe mudarse de nuevo, lo típico de haberte acostumbrado a la rutina y necesitar un cambio. Un gran cambio. Pero no, tampoco es eso.
Regresa a la cocina y bebe un poco más. Gira la cabeza hacia el dormitorio. No puede evitar la sorpresa: la puerta del trastero está ligeramente abierta. Ella jamás la ha abierto. Jamás. No ha tenido necesidad. Parece difícil que en cinco años no se le haya ocurrido meter allí algo de ropa o algún trasto en desuso, pero le pareció un espacio tétrico cuando visitó el piso por primera vez y no ha querido meter nada. Y ahora está abierta y no por su acción.
lunes, 3 de febrero de 2025
Madurar y esas cositas de abandonar la adolescencia
El libro del mes de Enero fue "Jódete y crece" de Juan Pablo Cuevas. Amor, sexo y amistad se entrelazan en el Madrid actual siguiendo la historia de Javier, un joven que se dedica con cierto éxito al teatro, de su mejor amiga Emma y de Andrés, un actor de la última obra del dramaturgo; y por encima de todo ello, y como bien alude el título, habla de enfrentarse al futuro con muchas expectativas y de todos los miedos que surgen alrededor.
Reconozco que no es mi género favorito de lectura pero que he disfrutado con ello. En primer lugar por su estilo de fácil lectura; interesante ahí cómo juega con la propia estética y la narrativa al encontrarnos de vez en cuando palabras tachadas como en un repensado de qué es lo más conveniente que diga tal o cual personaje.
Tiene también varios giros argumentales que sorprenden aunque quizá se enreda demasiado en la trama amorosa, más que nada resultando algo predictiva, no en vano debe considerarse que el libro está publicado en 2020 pero procede de un espectáculo teatral; y aunque pueda parecer poco tiempo, el desarrollo de ciertos tropos narrativos en los últimos años ha sido muy amplio.Más allá de la trama puramente narrativa, como mencionaba antes puede verse la novela como un ensayo sobre la generación millenial y todos los caminos que se suponía que se abrían para ellos y que luego no han sido tantos, sino más bien todo lo contrario. El autor reflexiona a través de los personajes y lanza un mensaje esperanzador, bajo mi punto de vista, en sus últimas páginas.
Editado con Planeta de Libros, también se puede encontrar en versión Ebook.
jueves, 30 de enero de 2025
Hay un rincón del mundo
Hay dos familias que han llegado juntas. Los padres beben cerveza mientras vigilan a un bebé en su carrito. Las madres juegan a la orilla del río con otra niña pequeña.
Hay una pareja de jubilados que apenas se hablan. Han esparcido tantos táperes por la mesa que no queda hueco libre.
Hay un joven leyendo un libro en alemán. Sobre el banco ha dejado sus gafas de sol, una botella de agua medio vacía y una pelota de papel de aluminio arrugado.
Hay un grito en el bosque y luego un silencio sepulcral. Todos buscan con la mirada el origen del alarido. Nadie se mueve. Solo el bebé emite un par de arrullos.
Hay un bramido divino. Las aves alzan el vuelo.
Hay un cambio en el universo.
domingo, 26 de enero de 2025
Teatro de guerra
Hacer teatro nunca es sencillo, y desde luego que meterse en un monólogo es siempre un riesgo aún mayor, algo menos si se trata de un comediante de renombre (para qué arriesgar en busca de nuevos artistas), pero cuando es dramático, el vértigo es incalculable, y sin embargo, reconozco que “Mujer no reeducable” es una propuesta que sale triunfante.
La obra sigue a Anna Politkóvskaya, una periodista rusa desde la segunda guerra de Chechenia hasta su asesinato; desde luego que un tema nada sencillo y no apto para todos los estómagos. El texto tiene escenas superpotentes en su relato, desde situaciones "cotidianas" como los problemas logísticos a los que se enfrenta trabajando en un territorio en guerra, a conversaciones con altos cargos que no están de acuerdo con su trabajo (o más bien con el tono de sus artículos). Son situaciones muy duras para una actriz con una voz muy dulce que acomoda exitosamente a las de otros personajes.
De apenas una horita de duración y con buen ritmo, entiendo el frenetismo y la sensación propia de la guerra de un evento tras otro sin apenas tiempo para respirar, para asimilar, pero el espectador necesita poder asumir qué está viendo, por lo que algún silencio en puntos estratégicos reforzarían aún más lo que se quiere mostrar, aprovechándolo, por ejemplo, para generar esa soledad de la que se habla en varias ocasiones.
A nivel iluminación, resulta interesante el juego de frontales fríos con contras morados frente a los tonos completamente azules o rojos que he podido ver otras propuestas en esta misma línea dramática. Algún momento de penumbra sí que me faltó.
Programada en la sala pequeña del Teatro Lara, seguirá todos los miércoles hasta el 26 de Febrero.
miércoles, 22 de enero de 2025
Inmensamente azul - 4/4
Julia se echó a llorar y le abrazó con fuerza; le pidió ver el mapa con absoluta admiración repitiendo su profunda admiración por el padre de Daniel aún cuando no le conocía.
Le contó que ella tenía un hermano mayor que siendo ella aún pequeña, desapareció. En su casa apenas se habla de ello, pero en ocasiones ha conseguido sacarles algo de información a sus padres: por lo visto fue seducido por aquello tan desconocido que era el “océano”. Durante todos esos años había conocido a otras personas a cuyos familiares o amigos les había pasado lo mismo. A nivel público no se sabía nada de todas aquellas desapariciones, y cada vez que trataban de buscar respuestas en voz alta, de organizarse, se producían graves incidentes “casuales” que acababan con la vida de alguno de ellos: estaba claro que fuese lo que fuese el océano, había a quien no le interesaba que lo supieran.
Julia detuvo su relato. Le abrazó fuertemente y continuó hablando, pero esta vez con la cabeza baja. Le aseguró estar completamente enamorada de él aunque al principio se le acercó por interés: su investigación le había llevado a su padre, aunque para entonces este acababa de desaparecer, lo que confirmaba su teoría.
Daniel la abrazó: no podía culparla porque él mismo le había estado ocultando todo aquello, entendía que hubiera esperado a sentirse segura. En verdad lo que le apenaba era de nuevo el pensamiento de que no conocía a su padre. Julia le pidió que mejor interpretara el hecho de que se hubieran conocido como una nueva oportunidad para reconectar con su progenitor. Sin perder un segundo, comenzaron a trabajar sobre el mapa que había dejado el padre oculto entre los libros.
Desaparecieron de la noche a la mañana, como un símbolo hacia los poderosos de que no iban a poder callarles por más que lo intentaran. Ellos sí dejaron una nota, sabían que no llegaría a hacerse pública, les bastaba con remover la consciencia de los poderosos.
sábado, 18 de enero de 2025
Inmensamente azul - 3/4
Julia apareció justo el día en que quemó el último de los libros que poseía su padre sobre el misterioso “océano”. Con eso conseguía completar el mapa que debía llevarle hasta él. Aún debía descifrarlo, pero cada vez estaba más cerca de encontrarle.
Ella era una compañera de trabajo, una más de la oficina y de la que sabía el nombre de casualidad. Se presentó en su casa hecha un manojo de nervios. Daniel la hizo esperar en el portal en lo que guardaba el mapa, supuso que desde luego aquella no era forma de tranquilizarla, pero no quería que nadie más supiera de aquel asunto; si su padre lo había mantenido en secreto, no podía echarlo él todo por la borda.
La muchacha apenas pudo contenerse en cuanto Daniel le abrió la puerta y se abalanzó a abrazarle mientras le aseguraba que estaba muy preocupada. Él recibió aquella muestra de cariño con evidente sorpresa. Julia se separó de él y se disculpó dudando si debía haber ido. Daniel la hizo pasar y preparó un par de tazas de té.
Lo cierto es que había perdido todo contacto con su empresa unos días después de la desaparición de su padre; había pedido la baja y, cuando se la rechazaron, se despidió sin ningún preámbulo. Le llamaron en repetidas ocasiones tratando de buscar un acuerdo; él apagó su teléfono y no lo había vuelto a encender.
Ella le explicó que en la empresa estaban muy preocupados por su paradero. Daniel no la creyó: hasta ese momento tan solo ella – ni siquiera sus supuestos amigos – habían ido a su casa a comprobar cómo se encontraba. Aunque al principio la conversación fue forzada, con el paso de las horas se fueron relajando.
Esa noche, Daniel dudó… A lo mejor se estaba obsesionando con el asunto del océano… a lo mejor sus amigos sí habían intentado contactarle... había perdido toda conexión con la realidad y quizá su pad… Por unos segundos, se cuestionó si merecería la pena todo aquel sacrificio.
Según avanzaba su amistad, Daniel, de forma inconsciente, le iba dedicando menos tiempo a descifrar el mapa. La relación pasó a ser un romance y Julia empezó a pasar también allí algunas noches.
El chico empezó a sentirse culpable tanto con su padre como con Julia: con el primero por estar abandonando su búsqueda y con la segunda por no estar siendo sincero. Así que un día, se decidió a contarle aquella parte de su vida de la que no habían hablado antes: aquello podía acabar con su relación, pero realmente quería construir un futuro con ella y no quería hacerlo sosteniendo ninguna mentira. La reacción de ella le resultó de lo más inesperado.
martes, 14 de enero de 2025
Inmensamente azul - 2/4
No podía negar que con cada artículo, con cada entrevista, con cada nuevo libro, se sentía un poco más lejos de su padre, y a la vez más cerca que nunca. Daniel se cuestionaba si en algún momento su padre le habría hablado de aquel tema y él, de forma consciente o solo distraído, había podido no prestarle y que eso definiera tal distancia entre ellos como para que el progenitor no se atreviera a contarle la locura que fuera aquella que le había llevado a abandonarle sin decir nada.
O a lo mejor precisamente lo que su subconsciente quería decirle era lo que pensaban todos en el barrio: que la depresión había acabado con él y su cuerpo aparecería un día tras unos arbustos.
Pasó el resto de la noche en vela, y para cuando amaneció se encontraba ya revisando cada ejemplar de las estanterías de sus padre; página por página en busca del mapa que le había entregado en el sueño. Los revisaba con extrema atención, leía su contenido y palpaba cada folio en busca de alguna señal… y de pronto ahí aparecieron, algunas marcas, a veces a lápiz, a veces de bolígrafo, en ocasiones al principio y en otras más hacia el final, pero fragmento a fragmento, fue dibujando un conjunto de líneas que le marcaban un destino.
Mientras iba deshaciéndose de aquellos ejemplares, valoraba si debía aceptar aquel mapa como el camino hacia su padre. Desde luego que no había sido un sueño al suelo, pero atreverse a ir más allá, hacia lo desconocido eran palabras mayores. A fin de cuentas, su propio padre le había dicho que no tenía por qué ir a buscarle.
viernes, 10 de enero de 2025
Inmensamente azul - 1/4
Conocía la palabra 'océano’ exclusivamente de haberla leído en el diccionario. Estaba en desuso y tampoco terminaba de entender su alcance. ¿Cómo? ¿Un lago que no se podía cruzar a nado dada su extensión? ¿Cómo? ¿No era estacional? ¿Cómo? ¿Tan profundo que ni se llegaba a conocer el fondo?
Daniel había empezado a investigar el término una semana después de la desaparición de su padre. Una mañana, de pronto, el hombre no estaba. Ni había dejado una nota. Ni parecía haberse perdido yendo a la compra. No había ni una sola pista. En el barrio se rumoreaba que la depresión tras la muerte de su esposa le había llevado a quitarse la propia vida. Daniel no quería creerlo, pero no podía negar que fuera una posibilidad.
El joven había regresado al hogar de su infancia росо tiempo después del fallecimiento de su madre. Fue su propio padre el que se lo pidió. Lo suplicó más bien, no quería condicionar la vida de su hijo pero realmente sentía que su presencia le sanaría. Daniel aceptó sin apenas pensarlo, le preocupaba seriamente cómo le afectara aquella situación.
Al principio, más allá del dolor, tuvieron una convivencia feliz. Pero con el tiempo, se volvió rutinaria y acabaron рог ser casi dos desconocidos que compartían piso. Daniel no sabía especificar qué había sucedido, sentía que de pronto se había instalado entre ellos una barrera que creció exponencialmente sin darle tiempo a reaccionar. Y luego, simplemente, desapareció.
Tras acudir a la policía, empapeló las calles con su imagen, recorrió una y mil veces los lugares que solía frecuentar y a los que iba junto a su madre, desmanteló su habitacion y prácticamente media casa, en busca de alguna carta en la que su padre diera alguna explicación, pero nada dio resultado.
lunes, 6 de enero de 2025
Ventana con otras vistas
Puedes leer aquí Ventana con vistas. Bueno, ya no tantas - la carta
(A ver cómo os escribo yo esto para que no suene violento)
Buenos días,
y felicidades,
y gracias,
pero sois un poco capullos.
Bueno, lo primero es lo primero… Ay, ay, es que no me lo acabo ni de creer, ¡que voy a ser tía! A ver que ya, que no seré tía de sangre, pero parecéis una pareja muy moderna, de esos que hacéis mucha insistencia con lo de la familia que uno elige, ¿no? Pues ya está, yo soy su tía elegida y punto.
Pero vamos, que ya os vale, es que casi que ni me da tiempo a felicitaros por el embarazo, que la chiquilla debe de estar ya en los siete meses por lo menos. Es que a mi me hubiera gustado saberlo con algo más de tiempo para hacerme a la idea, que yo sé que solo soy vuestra vecina de enfrente y que no me debeis nada, pero ¿qué trabajo os costaba?
Oye, y por otro lado… no sé si es que os llegó de alguna manera mi anterior misiva o es que con esto de la maternidad estais un poco desorientados; lo que pasa es que os asomáis más a la ventana y miráis hacia la mia. Y esto ya toca un poco la obsesión y me da un poco de cosita que me estéis mirando todo el tiempo. Estaría bien que dejarais de hacerlo. Que por otro lado, bien es cierto que ahora no bajais la cortina, y no sabéis lo feliz que me hacéis. Que ya, que no será por mí, pero… dejad que me haga al menos esa ilusión.Pues nada, ya me diréis cuando me paso a veros y nos conocemos ya de una vez en persona, que me hace a mi mucha ilusión. Yo es que podría daros muchos consejos, ¿sabéis? No, a ver, yo no es que haya sido madre porque a mi marido no se le está dando muy bien eso de acertar en la diana… ya me entendéis, ¿no? Que lo de meter la pelota en la canastita pues como que… ¡Ay, que me liais!, si vosotros sabéis perfectamente a lo que me refiero, que por algo está ya el pan en el horno. Y que a mi tampoco es que me haga tanta ilusión eso de tener por ahí a un crío berreando todo el día, pero ser tía es solo la parte bonita de los niños.
A lo que iba, que tenemos que quedar un día de estos para que os de unos consejitos, porque una ya tiene una edad - no tanta, no os vayáis a pensar - y pues hay cosas que yo sé sobre ser madre y que vosotros seguro que no. Porque hijos no pero sí he tenido muchas conocidas, y hasta amigas, que han tenido sus criaturitas y me las han prestado un ratillo.
Ale, venga, un abrazo fuerte y enhorabuena.
Próximamente Ventana con nuevas vistas
jueves, 2 de enero de 2025
Carta a mi yo de 27 años
Querida Sara,
te escribo esta carta a las doce menos cuarto de la noche de un miércoles de diciembre porque llevo varios meses queriendo hacerlo, y por lo visto el impulso definitivo ha llegado con el frío y el insomnio. La idea era dormir pronto y madrugar para hacer algo de deporte antes de ir a trabjar, y en lugar de eso, me he enfundado en la bata y la manta y aquí estoy frente al ordenador. Sí, sé que sería más bonito, más romántico y literario, hacerlo en papel y que es como te gustaría recibirla, pero no me puedes negar que eres/soy más rápida con el teclado, y que en el fondo lo importante es escribirla.
Veamos… a ver cómo hacemos esto…En primer lugar, espero que cuando releas esta carta dentro de unas horas, de unas semanas o de unos años, te encuentres bien. Bien en todos los sentidos. O que al menos decidas encaminarte a estar bien.
Sé que ahora mismo te sientes tan dominada por la frustración como por el orgullo. Sé que vas sintiendo la solidez de tus cimientos a la par que detestas estar echando raices. Sé que quieres pasar más tiempo con la familia y contigo mismo pero lo único a lo que le prestas algo más de atención es a las redes sociales. Sé que llevas más de dos años queriendo imprimir algunas fotos para decorar las paredes de casa, de tu hogar, y que lo sigues posponiendo. Que Madrid te ahoga. Y que echas mucho de menos Bournemouth. Y yo lamento profundamente ese dolor y todo lo que surge a su alrededor. Ojalá supiera hacer que ese pensamiento sea más tierno que triste.
Peeeeero…
Te veo prosperar. Creo que estás aprendiendo a pedir ayuda, que te está costando y que no siempre lo consigues, que eres cabezota pero aceptas con más facilidad una mano sobre tu hombro.
Me fascina tu hambre de aprendizaje. Me consta que te gustaría recordar más contenido de las clases de Bachillerato, pero que no puedes evitar tener unas ganas inconmensurables de adquirir nuevos conocimientos. De adquirir y poner en práctica. Porque te costará más o menos pero al final acabas lográndolo. Ahí van ya más de cuatro años de constancia con el danés, no tanto como te gustaría pero lo mantienes, y eso es lo que cuenta.
Y oye, chica, en cuanto a la frustración, creeme que lo comprendo perfectamente y argumento a tu favor, pero tómalo como algo positivo, como otra etapa que acabará por tomar una forma verbal en pretérito.
Lo estás haciendo bien. Aunque no tengas claro el qué, lo estás haciendo bien.
Y sí, tienes que hacer cambios. Te aprecio y quiero lo mejor para ti: asi que tienes que parar. Escúchame, esto es serio: tienes que reencontrar la calma. Tienes que proponerte objetivos sin que estén obligados por el año nuevo. Tienes que cuidarte y ser más firme. Tienes que quererte. No me gusta que las pesadillas sean un constante en tus noches. No me gusta ver cómo te tiemblan las manos. No quiero que seas genuinamente incapaz de encontrar una horita a la semana para sentarte a escribir.
P.D.: Por favor, no te quedes con la forma del texto, soy consciente de que estarás disfrutando de la narrativa, pero esto no es un relato. No digo que te obsesiones, porque eso tampoco va a ser bueno, pero quiero… me gustaría… que reconsideraras cada pensamiento que aquí te he volcado, porque llevo queriendo hacerlo desde el verano y he tenido que meterme congelada en la cama, para que brotara un algo muy intenso y me decidiera a encender la luz y por fin dedicarte estas palabras.